Que sean felices, doy fe
Hasta no hace mucho considerábamos una ordinariez el comentario “casarse es sólo firmar unos papeles”. Y ahora estamos a un paso de poder hacerlo rellenando un formulario en internet.— Alberto Asensi Vendrell. Algemesí, Valencia.
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, no solo ha dificultado, vía tasa, el derecho a la Justicia a la ciudadanía, sino que ahora favorece a los elitistas y millonarios cuerpos de Notarios y Registradores de la Propiedad.
Es cierto que muchos notarios y registradores han visto disminuir en estos cinco últimos años sus abultados ingresos por la retracción de las compraventas en el sector inmobiliario. Me consta que han tenido que despedir a algunos de sus administrativos y oficiales en muchas Notarías y Registros de España. Sin embargo, a pesar de ser un cuerpo de fedatarios públicos no muy numeroso, han conseguido que se les adjudique también la posibilidad de casar y divorciar por 95 euros. Se argumenta que esta medida contribuirá a agilizar las listas de peticiones matrimoniales por lo civil que “colapsan” los Juzgados. Creo que se exagera. En los 10 últimos años ha decrecido el número de bodas por la intensidad de la crisis y ha aumentado el número de parados jóvenes que, en muchos casos, optan por vivir juntos hasta estabilizar sus precarias situaciones de trabajo. Los ricos, y sus representantes políticos, siempre encuentran nuevos caladeros y nichos de negocio. ¡Qué avaricia y qué descaro!— Agustín Arroyo Carro. Madrid.
Se ha sabido que el Gobierno va a autorizar matrimonios ante notario por una cantidad fija de 95 euros por enlace, y enseguida han saltado las voces discordantes usando el argumento de que es una privatización más. Y yo me pregunto ¿quién es el perjudicado en todo esto? si el que quiera seguir casándose en el Registro Civil o en su ayuntamiento puede hacerlo y, es más, verá esa lista reducida por todos aquellos que lo hagan ahora ante notario.
Criticar el precio tampoco lo veo una opción. Es una cantidad ínfima comparada con el gasto habitual que conlleva una boda; además, no en todos los ayuntamientos es gratuito, sino que cada uno fija sus propias tarifas a diferencia de los notarios que, a partir de ahora, todos sabremos cuánto cobran. Todos los argumentos y opiniones son válidos y respetables, pero pido más coherencia.— Miguel Nombela Blanchart. Madrid.
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