Carta de una taquillera de cine
Trabajo como taquillera en un cine. Es medianoche y acabo de llegar a casa después de tres intensos días de trabajo durante la Fiesta del Cine. Sé que, pese al agotamiento, hoy no sería capaz de conciliar el sueño sin escribir esta carta. El objetivo no es otro que el de invitar al señor Montoro a compartir la experiencia de estos días conmigo y a que venga el próximo año a acompañarme una tarde en mi puesto de trabajo. Me gustaría que se sentase a mi lado y observara la interminable cola de espectadores frente a la taquilla, que intentara verle el fin desde donde estamos. Que oyera los comentarios de miles de personas que, uno a uno, intentan explicarte por qué no vienen al cine, por qué se quedan en casa y descargan de Internet todas esas películas por las que hoy no pueden permitirse pagar una entrada.
En mi carta, no voy a hablar de cifras, porcentajes o estadísticas de estos días, ni voy a adjuntarle tablas o diagramas de comparación. Tampoco de lo insultante que resultaron algunas de las declaraciones del ministro para directores, actores y demás profesionales relacionados con el mundo del cine; ni siquiera de lo insultante que resultaron para mí. Mi intención no es discutir ni repetir lo que muchos ya han dicho, sino la de invitarle a pasar una tarde conmigo en mi taquilla. Y, si le apetece ver una película, puede quedarse después a verla, que yo le invito. Puede verlas todas, si quiere; es la mejor forma de poder, luego, hablar sobre la calidad de las mismas.
Tras estos días, estoy agotada pero feliz de lo que he visto. Y quería en estos momentos compartir esta felicidad con ustedes.— Carmen Altamirano. Taquillera de cine.
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