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Richard Branson: Virgin a los 40

Hace cuarenta años un joven rebelde fundó un sello discográfico Nacía un imperio que ya acaricia su sueño más osado: enviar turistas al espacio Y un 'showman' y filántropo tan británico com el té de las cinco, pero con residencia fiscal en las Islas Vírgenes

Richard Branson, a su llegada a Edimburgo en el vuelo inaugural de su línea Virgin Atlantic desde Londres, luce sus calzoncillos en los que puede leerse: “Dura competencia”.
Richard Branson, a su llegada a Edimburgo en el vuelo inaugural de su línea Virgin Atlantic desde Londres, luce sus calzoncillos en los que puede leerse: “Dura competencia”.james glossop (cordon press)

E s difícil no estremecerse al escuchar ese inquietante piano que acompañaba al padre Damien Karras en su lucha contra los demonios en la película El Exorcista. La música, inolvidable para cualquier amante del cine de terror, la firmaba un jovencísimo Mike Olfield, que debutó en 1973 con el disco Tubular Bells, cuyas ventas se multiplicaron gracias al fime. Con aquel disco no solo arrancaba la carrera del músico sino la del empresario que le contrató. Un joven disléxico, sin estudios, de una familia londinense acomodada, con el punto justo de rebeldía pero la intuición suficiente para dejarse guiar por su olfato para los negocios y un excelente don de gentes, abría en 1971 una tienda de discos en Oxford Street que se convertiría en la semilla de los Virgin Megastores. No tardó en entender que el verdadero negocio estaba en ser el propietario de la música, así que creó el sello Virgin Records y fichó a Mike Olfield, con tan buena suerte que sus ventas le convirtieron en millonario a los 23 años. ¿Su nombre? Sir Richard Branson.

Han pasado exactamente cuarenta años desde el nacimiento de Virgin Records, una efeméride que el próximo 24 de octubre se conmemora con una gran exposición en Londres, titulada Virgin Records: 40 years of disruptions, dedicada a repasar los hitos de una discográfica de la que Branson se desprendió en 1992 para financiar Virgin Atlantic, su compañía aérea, pero que le sirvió para poner los cimientos de un imperio, Virgin Group, que le ha convertido en el sexto hombre más rico de Reino Unido, con una fortuna valorada en unos 4.000 millones de euros.

BRANSON GALÁCTICO

2004. Richard Branson funda Virgin Galactic y le encarga a Scaled Composites, la empresa fundada por el ingeniero aeronáutico Burt Rutan, que diseñe cinco naves comerciales para vuelos suborbitales. Presupuesto: 100 millones de dólares.

2006. Se empiezan a vender billetes al espacio por 200.000 dólares.

2008. Fecha prevista para el primer vuelo turístico de la nave 'SpaceShipTwo', basada en el diseño pionero de Rutan 'SpaceShipOne', que voló por primera vez en 2004, meses antes de que Branson fundara Virgin Galactic. Un accidente en Scaled Composites obliga a retrasar el proyecto y Virgin Galactic ya no vuelve a ofrecer fechas oficiales, aunque Branson anuncia cada año desde entonces que el siguiente será el definitivo. El presupuesto se dispara a 400 millones de dólares.

2009. El 'SpaceShipTwo' realiza su primer vuelo en pruebas. Es un éxito, pero aún es pronto para meter turistas dentro.

2012. Richard Branson anuncia la creación del 'LauncherOne', un vehículo para permitir el lanzamiento de cohetes y ponerlos en órbita a partir de 2016. Para volar en ellos será necesario un mínimo de seis meses de entrenamiento físico.

2013. Richard Branson anuncia que el 'SpaceShiptTwo' ha realizado con éxito dos vuelos a velocidad supersónica y afirma que en 2014 se podrá, por fin, hacer turismo espacial. Aumenta el precio de los billetes a 250.000 dólares.

En la banda sonora de la agitada vida de este magnate británico no solo está Tubular Bells sino, entre otros, el único disco de los Sex Pistols, Never mind the bollocks, here’s the Sex Pistols, una arriesgada apuesta que también le salió redonda a pesar de que le obligó a pasar por los tribunales para defender un título censurado por indecencia en octubre de 1977. Branson salvó el disco (y su pellejo) contratando a un célebre abogado que consiguió demostrar que en inglés antiguo bollocks (testículos) significaba sacerdote y, por lo tanto, el nuevo título del disco —“No te preocupes por los sacerdotes”— no era indecente. Visto en retrospectiva resulta paradójico que el hombre que le dio el empujón comercial a los autores del anatema antimonárquico God save the Queen obtuviera, 25 años más tarde, el título de sir de manos de esa misma reina a la que los Sex Pistols denigraron en la mítica canción.

Adicto al riesgo en los negocios y en la vida —ha estado a punto de morir varias veces cruzando el mundo en velero y en globo—, maestro de las relaciones públicas, célebre por su falta de sentido del ridículo, Branson y su rubia melena son los mejores embajadores de la marca Virgin. Suele aparecer asiduamente en sus anuncios, ya sea para promocionar sus aviones, sus trenes, sus hoteles, sus agencias de viajes, su telefonía móvil, sus bancos o sus gimnasios. Llegó incluso a vestirse de novia para promocionar Virgin Brides — empresa que fracasó— y hasta tuvo el coraje de ser el padrino de un niño nacido de un condón roto marca Mate, una de las cuatrocientas empresas que ha fundado.

Sin embargo, pese a haber conseguido que el mundo entero identifique Virgin con él y con Gran Bretaña —es la octava marca más conocida del planeta—, Branson se convertía esta semana en carne de polémica cuando The Sunday Times desvelaba que no tiene su residencia fiscal en Reino Unido sino en las Islas Vírgenes. Vive oficialmente allí desde hace siete años, concretamente en Necker, una isla privada que adquirió a los 28 años y que también alquila a sus amigos famosos por el módico precio de 50.000 euros la noche. Por allí han pasado desde Lady Di a The Rolling Stones, Robert de Niro, Harrison Ford o John McEnroe.

Virgin Group le ha convertido en el sexto hombre más rico del Reino Unido con 4.000 millones de euros

Tras estallar la polémica, Branson decidió contratacar a través de su blog. “No me he ido para no pagar impuestos sino por motivos de salud”, defendió en una larga epístola, además de en Twitter y en Facebook, instrumentos digitales que utiliza con la soltura de un adolescente, aunque tenga 63 años.

Claro que, como apuntaba en la prensa dos días después su biógrafo no autorizado Tom Bower, ninguna de sus empresas ha tenido jamás residencia fiscal en Reino Unido, así que nadie debería sorprenderse.

Richard Branson anunciando su empresa de taxis londinense.
Richard Branson anunciando su empresa de taxis londinense.Pa Wire (Press Association Images)

Es difícil juzgarle. Virgin Group ha creado más de 50.000 empleos y además Branson practica lo que él llama “capitalismo filantrópico”: todos sus ingresos personales —poco más de ocho millones de euros anuales— los destina a su ONG Virgin Unite, que financia negocios con fines humanitarios (por eso, según ha explicado él mismo, da igual donde resida fiscalmente). Convencido por Al Gore de los peligros del cambio climático, en 2006 anunció que destinaría durante una década todos los beneficios de sus empresas de transporte (unos 2.200 millones de euros) a desarrollar energías alternativas. Además, ha creado un premio de 18 millones de euros para quien descubra una manera de acabar con el efecto invernadero sin obligarnos a cambiar de vida. De momento, el premio está vacante.

Desde siempre le ha gustado entrar en sectores dominados por un gigante empresarial y ofrecerse como la alternativa cool. Lo hizo con Virgin Records —convirtiéndose en una de las primeras discográficas independientes—, con Virgin Atlantic —fue sonada su batalla contra British Airways— o Virgin Cola —que solo le fue bien en Bangladesh—. Pero su proyecto más ambicioso hasta la fecha es Virgin Galactic.

Ha conseguido que el mundo entero identifique su marca y a él mismo con Gran Bretaña

Hace nueve años que arrancó una aventura que tenía que haber lanzado a los primeros turistas —el propio Branson, su mujer y sus dos hijos— al espacio en 2008 pero que continúa retrasándose. Los viajes partirán del desierto de Mojave, en Nuevo México, donde otro sir, el arquitecto Norman Foster, ha diseñado el primer aeropuerto para vuelos comerciales al espacio. Entre los 640 pasajeros que ya han reservado plaza en el SpaceShipTwo, la nave para viajes suborbitales que Branson espera estrenar el año próximo, están algunos de los personajes más famosos de nuestra galaxia: Brad Pitt y Angelina Jolie, Justin Bieber, Ashton Kutcher, Niki Lauda, la banda Muse, el físico Stephen Hawking y Leonardo Dicaprio. Con capacidad para seis personas, los vuelos durarán casi tres horas y permitirán ver la tierra desde el espacio pero sin llegar a entrar en la órbita terrestre, que requeriría un entrenamiento físico mucho más duro que el necesario para alcanzar solo la línea Karman (la frontera que separa la atmósfera del espacio exterior). Los viajeros podrán experimentar durante seis minutos la ausencia de gravedad a 110 kilómetros del suelo y después regresarán a tierra.

Branson quiere “democratizar los viajes al espacio” y que en un futuro no muy lejano se pueda incluso dormir en hoteles en Marte (marca Virgin). Mientras llega ese momento, el común de los mortales, que solo en sueños podría pagar los 250.000 dólares que ahora cuesta el viaje, podrá optar a subirse al SpaceShipTwo utilizando un arma tan infalible como infernal: un reality show titulado Space Race cuyo formato ya ha sido adquirido por México, India y Canadá y que se estrenará en Estados Unidos en 2014.

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