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Arrestado un hombre por intentar colarse con un cuchillo en Buckingham

El individuo, de 44 años, ha sido detenido por los guardias antes de entrar a la residencia de la reina Isabel II, que no se encontraba en casa

El palacio de Buckingham, en una imagen de archivo.
El palacio de Buckingham, en una imagen de archivo.WILL OLIVER (AFP)

Ultimamente parece haber mucho interés por entrar sin permiso en Buckingham Palace, en Londres. Ayer se anunciaba el arresto de un hombre que a mediodía trató de entrar corriendo por la puerta norte del palacio, la puerta de servicio, por donde habitualmente sólo se accede en coche. Según ha informado Scotland Yard en un escueto comunicado, el hombre, de 44 años, atravesó la puerta corriendo pero fue inmediatamente parado por los responsables de seguridad, que al cachearle descubrieron que llevaba un cuchillo, aunque en ningún momento trató de utilizarlo. Desde entonces permanece bajo custodia policial acusado de intento de allanamiento de un recinto protegido y por posesión de arma blanca. En el momento del suceso la reina no se encontraba en casa.

El incidente se produce apenas un mes después de que dos hombres fueran arrestados tras protagonizar un rocambolesco episodio que permitió que uno de ellos paseara a sus anchas por salones diversos del palacio. En aquella ocasión el intruso entró saltando una valla y derribando una puerta. Sin que nadie se diera cuenta de su presencia consiguió pasearse y admirar las múltiples obras de arte que decoran el palacio e incluso darse una vuelta entre las joyas de la coronación de la reina que actualmente se exponen en uno de los salones. Cuando estaba a punto de romper una de las vitrinas con un extintor fue arrestado y finalmente acabó siendo enviado a un hospital mental durante 28 días. El cómplice que le esperaba fuera consiguió librarse de la cárcel y está en libertad bajo fianza.

El Palacio de Buckingham es una de las tres residencias oficiales de la reina. Ella y su familia viven allí pero también es el cuartel general administrativo de la monarquía inglesa. Además desde hace diez años en agosto y septiembre sus salones de estado (dedicados a recibir y entrentener a otros monarcas y jefes de estado) abren sus puertas al público. Pese a la riqueza de la corona, la reina, mujer práctica, decidió abrir estos espaciosal público una vez al año para costearse los gastos de restauración del castillo de Windsor, que en 1992 fue dañado en un incendio. Y ahora la recaudación de las visitas públicas sirve para la conservación de la colección de arte real, una de las más importantes del mundo.

Ante la entrada de visitantes, y teniendo en cuenta quién y qué hay en el palacio, se esperaría seguridad absoluta. Sin embargo, en los últimos tiempos se han cometido errores graves. Entre ellos, tratar de arrestar a uno de los príncipes. Sucedía también a principios de septiembre, apenas dos días después del incidente mencionado arriba. El príncipe Andrés, nacido en el palacio, sufría el acoso de los guardias de seguridad, que le pararon a punta de pistola en medio del jardín pensando que se trataba de un intruso. Es decir, dejan colarse a los desconocidos y tratan de arrestar a los de la casa.

No obstante, aunque pueda parecer un problema actual, la historia del palacio de Buckingham cuenta con una larga serie de anécdotas relativas a la seguridad. La más famosa y sorprendente se remonta a 1982. El 9 de julio de aquel año la reina abría los ojos en sus aposentos y se encontraba con un señor sentado a los pies de su cama. Era Michael Fagan, un parado de 31 años con 4 hijos con quien estuvo conversando media hora hasta que los responsables de seguridad se lo llevaron. Se trataba de la segunda vez que Fagan se colaba en el palacio, según contó después. La primera caminó por sus salones, comió queso con galletitas y hasta pasó un rato sentado en el trono. Después decidió marcharse y aunque hizo saltar varias alarmas, nadie le vio. También él acabó siendo enviado a un hospital psiquiátrico. En 2004, Jason Hatch, de 33 años, escaló una de las verjas de entrada del palacio de Buckingham disfrazado de Batman y logró encaramarse al palacio. Allí pasó cinco horas, saludando al público desde una cornisa. Hatch no era un terrorista ni un enfermo mental: era un padre divorciado que reclamaba igualdad de trato con las madres a la hora de visitar a los hijos.

 

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