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Columna
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El disco duro

Quizás el interés por el fracking esté en la metáfora. Provocar el vaciado de la sociedad

Manuel Rivas

Lo sé. Lo sé todo. He visto el contenido del disco duro de Bárcenas. Según Lezama Lima hay árboles que se mueven en la noche, como el ombú en la pampa. Pues así se desplaza el mayor secreto de España. Circula por la oscuridad, como un ectoplasma con maletín de gigas, hasta que de repente se expone destripado en una pantalla imprevisible. Es una presencia fugaz, como un grupo de meteoros zombis. Está sucediendo en muchas partes. Cuentan que la última vez fue en una estación pirenaica. El ectoplasma cibernético parece sentir una nostalgia especial por la alta montaña. Pero el disco fugitivo se deja ver por todas las esquinas del territorio wifi. ¡Hasta en Gibraltar! A mí me pasó en un ciber de Vigo. Escribí la palabra fracking y se produjo una especie de explosión sorda en la cabina. La pantalla se fue a negro, pero se intuía un rumiar de luces en la sombra, de corriente oculta de la conciencia. De súbito, desde esa profundidad fugitiva, se abrió el disco duro. Pude ver el contenido. Los nombres. Las cifras. Tal como vino, se fue. El único resto fue el olor a fósil corrupto. Comprendí entonces lo que le habían hecho al disco Duro (y a su colega, el Blando). Les habían aplicado el fracking. Es una forma de extraer gas perforando la tierra con miles de pozos y reventando las entrañas con potentísimas inyecciones hidráulicas y un cóctel tóxico. Está de moda, no se sabe el porqué. O sí. Otra burbuja. España podría ser autosuficiente con las renovables, paralizada su expansión por el gran lobby energético. Quizá el interés por el fracking esté en la metáfora. Provocar el vaciado de la sociedad. Fracking a la justicia, fracking a la cultura, fracking a la universidad, fracking a la salud, fracking a la memoria democrática. Confío en que los árboles se muevan en la noche.

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