Un nuevo intento
Las negociaciones entre palestinos e israelíes arrancan con pocas expectativas
Un clima de apatía rodea la nueva ronda de conversaciones entre israelíes y palestinos que arranca hoy en Jerusalén, auspiciada por Estados Unidos después de tres años de parálisis. No hay expectativas de avances, las posiciones sobre los asuntos medulares (el estatuto de Jerusalén, las fronteras, los asentamientos, los refugiados y la seguridad) no se han movido un ápice y las partes llegan a la mesa de negociación con una desgana manifiesta.
Israel se ha encargado, además, de enturbiar los preámbulos con el anuncio de la construcción de casi 2.000 nuevas viviendas en Jerusalén Este y Cisjordania. Benjamín Netanyahu lo ha presentado como una manera de apaciguar el malestar que ha generado en el sector más conservador de su Gobierno la decisión de excarcelar a 104 prisioneros, algunos con delitos de sangre, reclamados por la autoridad palestina. Los primeros 26 quedaron libres ayer. Sostiene además el Ejecutivo israelí que esta ampliación de asentamientos ya estaba prevista y que las zonas afectadas seguirán siendo territorio de Israel en cualquier futuro acuerdo. Y si bien el anuncio no ha pillado por sorpresa ni a Estados Unidos ni a los propios palestinos, resulta inevitable percibirlo como un gesto desafiante.
A pesar de estos antecedentes, y de las profundas divisiones internas tanto en Israel como en las filas palestinas, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, insiste en su estrategia de sentar a las partes para hablar el tiempo que sea necesario.
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A su favor pueden jugar factores inéditos en los 20 años que duran los intentos de negociación. Por primera vez, los ultraconservadores —y en concreto el partido Casa Judía de Naftali Bennett, tercer socio del Gobierno— pueden desempeñar un papel dentro del equipo negociador. Cabe la esperanza de que estorben menos dentro que fuera, y por paradójico que resulte, los grandes acuerdos de paz en el mundo han sido impulsados por los enemigos acérrimos.
El contexto regional también ha cambiado, alterado por la guerra de Siria, la situación en Irán, las secuelas de la primavera árabe y el agravamiento de la violencia sectaria. Israelíes y palestinos pueden estar ante la última oportunidad de lograr un acuerdo que permita la creación de dos Estados, única solución para la convivencia pacífica de Israel. La alternativa es que el conflicto acabe estancado, con un Israel cada vez más aislado en una región convulsa.
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