Vacaciones posmodernas
El veraneo ha perdido atractivo desde que es pasto de análisis sociológicos
Las vacaciones eran antaño objeto de ensueño y motivo de desparrame; pero han perdido mucho atractivo desde que son pasto de análisis sociológicos (sobre todo encuestas) y discursos psiquiátricos. La crisis, es decir, los despidos y la caída de las rentas familiares han acabado por disolver cualquier mística vacacional. Antes, el asalariado dejaba caer los bártulos a las cero horas del 1 de agosto, viajaba a otro espacio físico, rural o marítimo, y se construía durante un mes un mundo diferente con hamaca, terraza o chiringuito, bullanga verbenera y dolce far niente; hoy, apenas rasca para viajar durante una semana, el precio de la gasolina le aplasta, el de los alojamientos turísticos también, está permanentemente conectado a través del móvil y la televisión (que, si se descuida, le informa de todos los pormenores de su empresa) y desde el primer minuto de sus vacaciones está obsesionado por el regreso, porque le han informado de los peligros del síndrome posvacacional. Cuando se trata de vacaciones, el exceso de información irrita y agota. Ahora sabemos incluso (¿para qué?) que el 38% de los españoles necesita más de una semana de vacaciones para desconectar del trabajo (encuesta de Randstad) y que a los que más les cuesta desconectar es a los trabajadores con estudios universitarios.
También está prohibida la vagancia, porque el tótem posmoderno es el deporte. Se recomienda obsesivamente hacer ejercicio. Los psiquiatras, que han llegado a la conclusión de que las vacaciones son una necesidad médica, nos informan de que durante la primera parte de las vacaciones “es necesario el descanso físico” y durante la segunda “hacer lo que nos gusta” (declaraciones del vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada, José Antonio López). El no hacer absolutamente nada puede crear ansiedad.
Bien ¿y si lo que nos gusta, para dar descanso al cuerpo y a la mente, es no hacer nada? ¿Y si lo que crea ansiedad es la falta de empleo, los salarios rebajados o el futuro oscuro de las regulaciones de empleo y por eso son necesarios los parcheos psicológicos? Bien lo sabía Alfonso Guerra cuando recomendó a los ministros veranear en el pueblo, con botijo y pañuelo de cuatro nudos.
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