El coche, un rey destronado
Leo una corta reseña periodística en la que la directora general de Tráfico, María Seguí, asegura —creo que ingenuamente— que con la reforma del reglamento de circulación se acabará con los “privilegios históricos” del coche; el vehículo a motor privado dejará de ser el “rey”. Luego habla de “coexistencia pacífica” entre peatones, ciclistas y conductores. Pienso que no se da cuenta de que desde que compras un coche, y creo que también una moto, los impuestos son altísimos. El vehículo se convierte en un reguero importante y en cascada de tasas e impuestos, en circulación, gasolinas y recambios, a los que gravan sin piedad, durante toda su vida útil y hasta su desguace. Esto es importante porque indica que, en principio, no existe ninguna relación “amistosa” con la Administración, sino totalmente recaudatoria contra los ciudadanos. El coche o moto con su respectivo conductor hace tiempo que se convirtió en un “rey destronado”, temeroso además de multas y grúas.— Francisco Javier Sotés Gil.
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