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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lanzaderas contra el paro

Una iniciativa solidaria surgida en Cantabria proporciona a los parados herramientas para buscar empleo

SOLEDAD CALÉS

Lo peor del paro es la soledad y la falta de perspectivas. La combinación amarga de una desesperanza que se va haciendo crónica y una invisibilidad creciente hace que el parado se sienta cada vez más inútil, más pequeño e insignificante. La pérdida de autoestima a la que poco a poco conduce la falta de trabajo es una carcoma que se va instalando en la vida de los que viven los lunes al sol, una vez que han comprobado que apenas hay ofertas de empleo y que, cuando las hay, la desproporción entre aspirantes y plazas es tal que echa para atrás al más optimista.

Algunos parados han tenido además la triste experiencia de “encontrar” empleos, la mayoría de las veces de vendedor, que han resultado ser auténticas estafas y pocos confían ya en que un día les llamen de la oficina de empleo con una oferta de trabajo. Para combatir la soledad y el aislamiento, movilizar energías solidarias y mejorar las condiciones de empleabilidad ha surgido en Cantabria una iniciativa muy loable: las llamadas “Lanzaderas de empleo y emprendimiento solidario”. Más de 80 parados se han sumado ya a las cuatro primeras lanzaderas creadas en Santander, Torrelavega, Astillero y Castro Urdiales bajo el paraguas del Gobierno cántabro y por iniciativa del arquitecto José María Pérez, Peridis.

El dibujante ha ideado este tipo de agrupamiento solidario como forma de combatir la desesperanza y crear oportunidades a partir de lazos solidarios, de apoyo mutuo. Su idea es extender el proyecto al resto de España e incluso al sur de Europa.

La experiencia echó a andar en abril y ya ha recogido los primeros frutos. En un país con seis millones de parados, toda iniciativa destinada a ofrecer vínculos sociales y herramientas de reciclaje a los desempleados ha de ser saludada con entusiasmo.

Aunque la salida de la crisis haya que fiarla a unas políticas económicas que también necesitan un buen reciclaje, al menos quienes las sufren tendrán en estas lanzaderas un hombro amigo en el que apoyarse. En realidad, más que lanzaderas, de momento deberían llamarse muletas solidarias, pero bien está el nombre si lo que se quiere es dar la idea de lucha y dinamismo, es decir, lo contrario de parálisis y resignación ante la fatalidad.

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