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Columna
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Causa general

Se apuntaron a señalar el vergonzoso pecado de la equidistancia los periodistas o pensadores que estaban abonados a los partidos

Elvira Lindo

Fueron los dos grandes partidos los que respaldaron la idea de que censurar la corrupción allá donde surgiera, o denunciar las malas prácticas políticas siempre que se produjeran y fuera quien fuese el que las perpetrara, era cosa de “equidistantes”. También se apuntaron a señalar el vergonzoso pecado de la equidistancia los periodistas o pensadores que estaban abonados a los partidos (aunque sin querer reconocerlo); algunos de ellos han sido los grandes abroncadores de quienes se negaban a tener un pensamiento partidista. El miedo a ser tachado de traidor “equidistante” cundió, porque un partido tenía dicho a los suyos que la autocrítica favorecía a la derecha, y el otro hacía lo propio advirtiendo de que no se podían tirar piedras contra el propio tejado.

Creo que esta fue una de las causas (generales) que convirtieron el debate político en un sainete. De sainete parecía estos días pasados el portavoz del PP que, sin asumir el caso Bárcenas, atacaba a los socialistas andaluces por no responsabilizarse de los falsos ERE; mientras el del PSOE pedía airadamente que el presidente del Gobierno diera la cara por los papeles de Bárcenas, sin acordarse de que en su casa hay un cuarto que huele mal. Y de astracanada ha sido que ambos partidos utilizaran el término “Causa General” para definir la investigación que están realizando los jueces en ambos casos.

¿La gente más joven de nuestro país sabe lo que fue “la Causa General”? ¿Los libros de historia del bachillerato llegan a los años cuarenta en el temario? Porque sería de agradecer que si bien se creen con derecho a leerle la cartilla a los jueces en los mítines, como se la leyeron a los ciudadanos que consideraban equidistantes, al menos utilizaran las palabras con propiedad. ¿Causa General? Dan ganas de gritar: ¿hay algún historiador en la sala?

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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