Marcadas por los genes de papá Berlusconi
Marina, primogénita del exmandatario, se convierte en un puntal de los familiares mientras que Bárbara sigue los pasos de su progenitor en sus conquistas amorosas
Es una especie de Dama de Hierro en versión doméstica: ademanes secos, sonrisas apenas perceptibles, poco maquillaje y trajes de dos piezas. Marina, la hija mayor de Silvio Berlusconi, tiene 47 años y habla poco, pero cuando lo hace es lapidaria y tajante. Experta en defender a su padre en los momentos más críticos de sus vicisitudes personales, públicas o judiciales, la ejecutiva toma ahora la palabra para dejar bien claro que no tiene la mínima intención de saltar a la arena política.
Era la heredera ideal para todos. Pero nadie ha logrado convencerla de seguir la estela de papá. Ni los pesos pesados del Pueblo de la Libertad- a quienes les encantaría verla tomar las riendas del partido cuando los años acaben de desgastar a su padre- ni los jueces, que el próximo otoño podrían convertir en definitiva la prohibición de Berlusconi de ejercer cargos públicos. Tampoco han influido en su decisión los últimos resultados de las elecciones municipales, que la favorecen como sucesora de Il Cavaliere. Lo cierto es que nada sentaría mejor al veterano líder que pasar el testigo a su primogénita, su favorita: una mujer determinada, maniática de tenerlo todo bajo control, con mucha experiencia empresarial y acostumbrada al mando.
El partido, a las puertas de ser rebautizado como Forza Italia -el nombre que tenía en la primera victoria de su fundador en las generales de 1994-, la esperaba con los brazos abiertos. Y es que Marina es perfecta para relevar a Berlusconi en su nueva versión: lleva su apellido, pero cuenta con 30 años y una ristra de escándalos menos. Pero ella es obstinada y se niega. Declina con una firmeza cortés y fría. Prefiere mantener sus negocios, en los que se ha desempeñado con un éxito tal, que le ha valido el honor de ser la única italiana elegida por la revista Forbes para formar parte de su prestigiosa lista de las mujeres más poderosas del mundo.
En su currículum figura que es la actual presidenta de Fininvest y de la editorial Mondadori. Pero también le da tiempo para sentarse en los consejos de administración de la compañía de seguros Mediolanum, de la productora Medusa Film, de Mediaset y de Mediobanca. Factura 10.000 millones de euros anuales y tiene cerca de 20.000 empleados a su cargo. Su parte del imperio familiar le basta y le sobra, por lo que pide a través de su portavoz que se acaben las especulaciones: “Frente a las indiscreciones sobre el compromiso en política de Marina Berlusconi, no podemos repetir más veces lo que ya dijimos: solo son hipótesis, sin fundamento alguno”.
Marina nació del matrimonio de Berlusconi con Carla Dall' Oglio, madre también de Pier Silvio, de 43 años. En 1984, cuando la hija mayor estaba en la universidad, que más tarde abandonó, su padre recibía a su tercer retoño: Bárbara, la primera de los tres descendientes que tuvo con Miriam Bartolini, más conocida como Veronica Lario, su segunda mujer. Los otros dos son Luigi y Eleonora.
Bárbara sí que ha sabido mantenerse fiel al ejemplo de su progenitor, aunque no precisamente en la arena política, sino en otra en la que el millonario se ha movido siempre con maestría: los amoríos. Mientras su medio hermana aprovechaba el imperio de su padre y marcaba territorio en sus gigantescas empresas, Bárbara tuvo que conformarse con el consejo de administración del Milan F. C. De ahí nació la relación sentimental que la ha hecho saltar a la prensa del corazón: tras separarse del padre de sus dos hijos, con quien estuvo casada más de diez años, la tercera hija de Berlusconi entabló una sonada relación con un exjugador del equipo, el brasileño Pato.
Las revistas no tardaron en publicar fotos de la pareja en la famosa Villa Certosa, en Cerdeña, cogidos de la mano por el mismo jardín faraónico que tantos líos acarreó al ex jefe de Gobierno. Sin embargo, desde que hace unas semanas el deportista fichó por un club brasileño, los kilómetros enfriaron el romance y él lo anunció a través de un tuit: "Chicos, se acabó. La distancia lo ha terminado y lo ha echado todo a perder".
Pero Bárbara no se hundió. Pocos días después, los paparazis que la persiguen han confirmado con sus fotos que la hija del exmandatario no ha tardado en encontrar un suplente. De hecho, varios tabloides aseguran que la verdadera razón de la ruptura con Pato es la infidelidad. La joven mantiene ahora una relación con un estudiante italiano de 24 años. "Los genes de papá", titula el alemán Bild. Y con eso lo dice todo. Lo curioso es que quien desveló el nuevo romance fue la revista Chi, propiedad de su propio Berlusconi, que publica unas imágenes de lo más tórridas de la consejera del Milan. ¿Será que a papá no le gusta que su hija le siga los pasos?
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