Nostradamus

La quiniela, la bonoloto, las apuestas, cualquier lotería: hay un altísimo grado de posibilidades de que nunca nos toque, de que jamás demos con esa cifra que salga del bombo y nos solucione las penurias materiales; ya dice el refrán, “quien juega por necesidad, pierde por obligación”.

No obstante, y estoy contento, me vengo descubriendo alguna potencialidad adivinatoria constatada en los hechos que copan las primeras de los medios de comunicación; prueben ustedes. Ayer, mientras jugaba al frontenis, acerté que el señor Blesa no pasaría el fin de semana en Soto del Real; sentencié que al juez del caso le quedaban dos telediarios; acerté de pleno, junto al señor Millás, en que la crisis tenía las horas contadas; con regocijo he comprobado que la Infanta nada tiene que ver con los negocios de su marido. Incluso que las jerigonzas de Hacienda con sus supuestas propiedades son fantasmas que solo Iker Jiménez podría desvelar. Que nuestro ex, don José María, jamás pisará el despacho de ningún juez instructor y que su extesorero, Bárcenas, si Dios no lo remedia, volará grácil y exonerado de culpa, a expensas de algún indulto por su bien hacer.

No es tan difícil, prueben, y hagan apuestas con sus amigos, ese puede ser el fin de las estrecheces de fin de mes.— Pedro Benito Somalo.