Una coalición reforzada

Las elecciones municipales italianas, pese a la gran abstención y su limitado alcance, han arrojado alguna luz sobre el confuso panorama político del país tras los comicios generales de febrero. Ni el centroizquierda del primer ministro Enrico Letta ha sufrido en las urnas por su alianza con la derecha de Silvio Berlusconi —ha ganado en todas las ciudades importantes— ni Il Cavaliere y su Pueblo de Libertad han logrado los resultados que se les vaticinaba. Quizá más importante, Beppe Grillo ha perdido el atractivo que despertó en febrero al alzarse con el 20% del voto nacional.

Nadie puede precisar hasta dónde llegará el inédito experimento italiano de gran coalición, aunque su pie extremadamente forzado le aboca presumiblemente a una vida breve. Pero los resultados de las elecciones municipales fortalecen a la alianza gobernante y aportan oxígeno al primer ministro. El reforzado Letta, cuyo candidato ha arrebatado Roma al alcalde de Berlusconi, podrá dedicarse con más ahínco a las reformas económicas que Italia desesperadamente necesita y en las que por el momento su huella es más bien escasa.

Por lo que se refiere a Berlusconi, sus resultados difícilmente van a permitir al ex primer ministro abandonar la coalición en busca de una victoria electoral en solitario. Su centro derecha todavía aventaja al Partido Democrático en intención de voto, pero si Il Cavaliere, judicialmente acosado, aguardaba el veredicto de las municipales para forzar unos comicios anticipados, este no parece el momento.

Destruir es más fácil que construir también en política, y el movimiento de Grillo ha pagado un alto precio por su negativa a implicarse en la gobernabilidad de Italia. Tras su abultado fracaso —el Movimiento 5 Estrellas ni siquiera ha llegado a la segunda vuelta en la gran mayoría de las poblaciones— suenan las primeras voces que apuntan a su fragmentación y a la deserción de alguno de sus parlamentarios, solo meses después de sacudir hasta sus cimientos el petrificado establishment italiano.

Sería prematuro, sin embargo, enterrar a una corriente de protesta antisistema que en buena medida se nutre de la apatía ciudadana reflejada en la enorme abstención de estas elecciones. A la postre, nada sustancial ha cambiado en Italia —donde crece el desempleo y se acentúa la recesión— que haga pensar en la desaparición de las causas que lanzaron a Grillo al estrellato, por más que este haya perdido buena parte de su fulgor.