Galliano sobre sus insultos antisemitas: “Es lo peor que he dicho en mi vida”
El diseñador habla por primera vez desde que fue despedido de Dior. En una entrevista en 'Vanity Fair', asegura sentirse "agradecido" por lo sucedido
"Es lo peor que he dicho en mi vida, pero no quise hacerlo". Son las primeras palabras del diseñador John Galliano sobre el arrebato antisemita que le condenó al ostracismo en el mundo de la moda tras ser despedido por Dior. En una entrevista en Vanity Fair, Galliano insiste en que no es racista ni antisemita y vincula lo sucedido con sus adicciones al alcohol y las pastillas. "Ahora me doy cuenta de que estaba tan jodidamente enojado y tan descontento conmigo mismo que dije lo más malévolo que se me ocurrió", sostiene.
El diseñador gibraltareño, de 52 años, que ha sido vetado en Israel, como profesor en Nueva York, y que mantiene una batalla legal con Dior por despido improcedente de su puesto de director creativo, asegura estar "agradecido" por lo sucedido. "He aprendido mucho sobre mí mismo. He redescubierto a aquel niño que tenía el ansia de crear, que creo que había perdido. Estoy vivo", afirma.
Galliano asegura además que lleva sobrio dos años, pero que la entrevista de Vanity Fair es la primera que hace sin estar bebido. De sus adicciones al alcohol y a las drogas, concluye: "Iba a terminar en un manicomio o a seis metros bajo tierra".
El diseñador explica a la revista que ha pasado los últimos dos años aprendiendo a mantener su enfermedad bajo control, y dando pasos para intentar enmendar su error: ha leído libros sobre el Holocausto y ha mantenido encuentros con líderes judíos, como parte del proceso de hacer las paces con la comunidad y a partir de ahí volver a trabajar.
"Pensé que podía controlarlo", confiesa sobre su adicción al alcohol, de la que le alertaron en varias ocasiones los responsables de Dior. Galliano, que fue responsable de la división femenina de la casa desde 1996 hasta marzo del año pasado, reconoce que vivía "en una burbuja", con un equipo de asistentes que se ocupaba de que no tuviera ni que encenderse los cigarrillos.
En el intento de resarcirse, el modista afirma a Vanity Fair que "vomitó" cuando vio el vídeo en el que profería insultos racistas a una pareja en una terraza del barrio parisiense de Le Marais, cerca de su domicilio. Y concede que la llamada que recibió de Kate Moss para diseñar su vestido de novia supuso un punto de inflexión en su recuperación: "Fue mi rehabilitación creativa".
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