Apadrina un vino con espíritu... y con alma
Tengo una amiga que es una fuera de serie. No sé si definirla como una mujer activista o como una activista, que además es mujer. Y es que no hay causa solidaria, social, ecológica, humanitaria y justiciera que no la tiente y a la que no acabe sumándose. Su espíritu guerrillero impregna casi todo lo que dice, lo que hace y, por supuesto, lo que compra. Yo diría que es una de las personas más coherentes y responsables que conozco.
La semana pasada mi amiga me recomendó un vino "con alma social", es decir, producido por una cooperativa que emplea a personas con discapacidad, porque en esta cooperativa creen que la dimensión social y la economía productiva pueden ir de la mano. Y lo que creen lo practican. Me anotó la referencia y me indicó incluso en qué bodega del barrio podría encontrarlo. Soy doblemente afortunada: además de amiga es vecina. Tanta era su pasión por el producto que poco le faltó para acompañarme. Hasta allí podríamos llegar. Pues bien, por desgracia ya no servían ese vino en la bodega. Decidí que, puesto que tenía prisa, me iba a conformar con una botella llena de espíritu, pero sin alma. Mientras pagaba religiosamente el importe el propietario de la tienda se me encaró y me arrojó una pregunta:
- ¿Qué vamos a hacer?
Yo no entendí a qué se refería. Debí de poner cara de póker porque volvió a la carga:
- ¿Encargo una caja del vino que me pide o no? Es que usted es la segunda persona que pregunta por él con pocos días de diferencia. Solía tenerlo en stock pero es algo más caro que la media y...
Por fin vi la luz.
- Por supuesto, encargue la caja -contesté con una amplia sonrisa- Tengo una amiga que también es vecina y cliente, y que estará encantada de saber que puede encontrarlo aquí.
Camino de casa me pregunté qué pasaría si cada vez que fuéramos a por una botella de vino nos interesara no sólo el espíritu sino también el alma que lo habita. Si al menos una de cada tres botellas que compráramos fuera de producción social, ecológica o de comercio justo. Si en vez de comprar lo que nos ofrecen, pidiéramos, muy educadamente, eso sí, que nos ofrecieran lo que en realidad queremos comprar. ¿No tiene el cliente siempre la razón? ¿O ese "siempre" es una concesión a la galería? Ya estaba viendo en grandes letras la campaña de sensibilización "Apadrina un vino con espíritu... y con alma". Es lo que tiene de malo dedicarse a la comunicación. Todo, absolutamente todo, acaba reducido a un titular o, peor aún, a un eslogan publicitario. Y no necesariamente uno bueno.
Ni que decir tiene que mi amiga, rebelde con muchas causas, se puso contentísima cuando le expliqué el acuerdo informal que había cerrado yo solita con el propietario de la bodega del barrio. Como colofón al relato y al retrato de mi amiga, sólo me queda añadir que ella, encima, es abstemia. ¿Es o no es una fuera de serie?
¿Qué puedes hacer tú?
- Como en la historia, pide a tu tienda de barrio que te ofrezca vinos de este tipo
- Y no sólo a la tienda, también pídelos en la carta de tu restaurante favorito
- Si eres empresa que regala lotes de Navidad, no te olvides de incluir uno de estos vinos
- Y puedes participar en la Feria internacional del vino ecológico que este año será virtual y se celebrará del 21al 30 de junio
Para acabar con un buen sabor de boca, te dejo con algunos ejemplos de "vinos con alma": un listado de bodegas que producen vinos ecológicos en España, un ejemplo de producción social, y otro de comercio justo.
Fotografía de apertura: By jesiehart (Flickr: Trees in a wine glass) CC-BY-2.0 vía Wikimedia Commons
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