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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Avanzadoras

Mujer en una formación de la FAO en El Salvador. @lularoal

Dícese de aquellas mujeres que avanzan y hacen avanzar. No lo busquen en el diccionario porque no existe. Pero miren a su alrededor, seguro que reconocen a muchas mujeres avanzadoras. Mujeres que con una fuerza casi sobre humana se elevan para además de conseguir mantenerse a flote ellas, y mantener a los que las rodean, luchar por hacer de este mundo un sitio mejor.

Hace unas semanas nos reunimos un grupo de trabajo con 3 creativos de viern.es con el fin de encontrar un nombre diferente para un proyecto dirigido a conservar los programas de mujeres que desde años se desarrollan en la organización para la que trabajo. Habíamos dado muchas vueltas. ¿Cómo llamar a un proyecto de mujeres sin utilizar el término “mujeres”?

Lo primero que hicimos fue analizar que queremos transmitir cuando hablamos de derechos de las mujeres. Nos dimos cuenta de que en general los derechos de los que estábamos hablando no eran específicos de las mujeres, sino derechos universales que las mujeres no disfrutan por el hecho de no ser hombres. También vimos que la feminidad conlleva una serie de aspectos que nos hacen más vulnerables, aunque sea a mucha honra. Quizás sea esta vulnerabilidad la que nos lleva a luchar de una forma más contundente por la comunidad en la que nos encontramos. En realidad somos creadoras y custodias de nuestras comunidades. En definitiva nos dimos cuenta de hay muchas mujeres que dedican su vida a defenderse de no ser hombres, mientras a la par luchan por sacarse a ellas y a los suyos adelante. Esa lucha consume todas sus fuerzas, y ya no les da para más.

Como sucede con los hombres hay mujeres que luchan por cambiar el mundo. En sociedades como la nuestra donde, pese a que siguen existiendo desigualdades, las oportunidades entre hombres y mujeres son más parecidas, las mujeres luchadoras no llaman tanto la atención. Aun así son recurrentes las mujeres que renuncian a su feminidad y se masculinizan en sus actitudes y enfoques. Asustan los ejemplos de mujeres que ocupan cargos de responsabilidad política que han renunciado a su derecho a la baja de maternidad por incorporarse al trabajo, dando un claro ejemplo de que ambas cosas, maternidad y trabajo, no son compatibles. En realidad se trata de una cuestión de recursos también, cuantas mujeres que no han podido pagarse una ayuda han perdido sus trabajos por no poder compatibilizarlos con su condición de madres.

Pero hay sitios en el mundo en los que nacer mujer es directamente una desgracia. En esos lugares la lucha por los derechos básicos es casi a vida o muerte. Y si además se añade el cuidado de una comunidad extremadamente vulnerable parece imposible que puedan surgir mujeres que todavía tengan tiempo y fuerzas para luchar por cambiar un mundo injusto. Pero las hay y son tan fuertes que mueven montañas. A veces mueren en el intento. En cualquier caso siempre dejan un legado inspirador para para todas, y para todos.

De nuestro trabajo en equipo afloraron miles de tópicos tan arraigados en nuestra sociedad que nosotras mismas estábamos completamente intoxicadas. ¿Cómo explicar la importancia de los detalles en unas sociedades donde el machismo está tan arraigado que nos resulta imposible verlo? Las mujeres damos por hecho que tenemos que trabajar el doble para lucir lo mismo, que tenemos que ser capaces de poder con todo y con un poco más. Pero a través de esas mujeres que teníamos ahí identificadas, mujeres especiales en entornos muy hostiles, nos descubrimos capaces de romper con todos los paradigmas. Esas vidas que cambian vidas y que llegan hasta nosotros como un chorro de energía y rebelión.

Descubrimos que las mujeres somos una minoría mayoritaria. Llegamos a un eslogan dirigido a cualquiera: “tú tienes derecho a que las mujeres participen en el cambio del mundo”… tú, quien sea que fueres.

Descubrimos todas estas cosas pero no encontramos el nombre.

Tres días más tarde me llamaba Nacho Padilla: “tengo un nombre: Avanzadoras”. No me gustó pero no puede negar que reunía todos los requisitos que necesitábamos: eran mujeres, en movimiento, robustas, líderes.

Desde entonces se me llena la boca: A-V-A-N-Z-A-D-O-R-A-S. Yo quiero pensar que soy una mujer avanzadora, que con los golpes salgo volando y vuelvo a caer sobre mis pies. Conozco a muchas más mujeres avanzadoras, empezando por mi madre. Y creo que el mundo debería estar hecho de un modo en que cualquier mujer pudiera ser avanzadora sin que le costase la vida. Hasta que esto suceda, no pienso dejar de luchar. Les animo a que hagan lo mismo.

Pueden consultar el proyecto en:http://www.intermonoxfam.org/avanzadoras.

Comentarios

Si lo que quieres es bucar donde comer bien y disfrutar de ello nosotros os recomendamos un montón de sitios http://www.capitanfood.com
Me incluyo entre ellas, porque sé de herida brutal congénita propia lo que es la superación.Con todas las letras de la resistencia de la inocencia, por escritora autodidacta de la cultura.Hacerlo sola desde la infancia, superar la dictadura del horror, y lograrlo a cuestas de enfermedad sin tratar.Y dedicar tu vida, a que nadie pase por el calvario que el corazón pasó, en todos los sentidos físicos y emocionales.
Con los sucesos de las últimas semana (los palos a la educación, la más que probable reforma de la ley del aborto, las mujeres asesinadas, los inmigrantes sin sanidad...) no puedo dejar de pensar que es una verdadera lástima ver como seguimos la senda de la desigualdad y de la injusticia entre la mayoría de las personas para facilitarle la vida a unos pocos sinvergüenzas. No sé, ¿hasta cuándo seguiremos tolerando estar dentro de una sociedad en la que la identidad individual se nos otorga desde la primera ecografía con el fin de lastrarnos, controlarno y etiquetarnos?. Estamos necesitados de estas personas, avanzadores y avanzadoras, para que nos abran los ojos a un mundo de equidad a una realidad más comprometida y basada en la justicia, la felicidad y el cariño entre las personas. Y a mi parecer, solo hace falta estar un poco atentos para encontrarlas cerca de nosotros, en la cola del mercado o en la parada del bus. Hoy por hoy, la sociedad necesita identificar en estos símbolos como destellos de esperanza, que nos muestren que esta realidad de machos y hembras es absolutamente premeditada y que viene acompañada de violencia, de sumisión, de una profunda desigualdad y demasiadas injusticias. Señores de las altas esferas, dejadnos en paz de una vez por todas. No queremos seguir vuestro código de conducta, no necesitamos de vuestros capitales y de vuestras fantásticas posesiones y por supuesto no queremos pagar el precio de ser como vosotros. Dejadnos construir nuestras vidas, sin blancos o negros, porque vivimos para ser de un bello color gris. Una enorme masa gris, heterogénea y amorfa.
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Me incluyo entre ellas, porque sé de herida brutal congénita propia lo que es la superación.Con todas las letras de la resistencia de la inocencia, por escritora autodidacta de la cultura.Hacerlo sola desde la infancia, superar la dictadura del horror, y lograrlo a cuestas de enfermedad sin tratar.Y dedicar tu vida, a que nadie pase por el calvario que el corazón pasó, en todos los sentidos físicos y emocionales.
Con los sucesos de las últimas semana (los palos a la educación, la más que probable reforma de la ley del aborto, las mujeres asesinadas, los inmigrantes sin sanidad...) no puedo dejar de pensar que es una verdadera lástima ver como seguimos la senda de la desigualdad y de la injusticia entre la mayoría de las personas para facilitarle la vida a unos pocos sinvergüenzas. No sé, ¿hasta cuándo seguiremos tolerando estar dentro de una sociedad en la que la identidad individual se nos otorga desde la primera ecografía con el fin de lastrarnos, controlarno y etiquetarnos?. Estamos necesitados de estas personas, avanzadores y avanzadoras, para que nos abran los ojos a un mundo de equidad a una realidad más comprometida y basada en la justicia, la felicidad y el cariño entre las personas. Y a mi parecer, solo hace falta estar un poco atentos para encontrarlas cerca de nosotros, en la cola del mercado o en la parada del bus. Hoy por hoy, la sociedad necesita identificar en estos símbolos como destellos de esperanza, que nos muestren que esta realidad de machos y hembras es absolutamente premeditada y que viene acompañada de violencia, de sumisión, de una profunda desigualdad y demasiadas injusticias. Señores de las altas esferas, dejadnos en paz de una vez por todas. No queremos seguir vuestro código de conducta, no necesitamos de vuestros capitales y de vuestras fantásticas posesiones y por supuesto no queremos pagar el precio de ser como vosotros. Dejadnos construir nuestras vidas, sin blancos o negros, porque vivimos para ser de un bello color gris. Una enorme masa gris, heterogénea y amorfa.
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Con los sucesos de las últimas semana (los palos a la educación, la más que probable reforma de la ley del aborto, las mujeres asesinadas, los inmigrantes sin sanidad...) no puedo dejar de pensar que es una verdadera lástima ver como seguimos la senda de la desigualdad y de la injusticia entre la mayoría de las personas para facilitarle la vida a unos pocos sinvergüenzas. No sé, ¿hasta cuándo seguiremos tolerando estar dentro de una sociedad en la que la identidad individual se nos otorga desde la primera ecografía con el fin de lastrarnos, controlarno y etiquetarnos?. Estamos necesitados de estas personas, avanzadores y avanzadoras, para que nos abran los ojos a un mundo de equidad a una realidad más comprometida y basada en la justicia, la felicidad y el cariño entre las personas. Y a mi parecer, solo hace falta estar un poco atentos para encontrarlas cerca de nosotros, en la cola del mercado o en la parada del bus. Hoy por hoy, la sociedad necesita identificar en estos símbolos como destellos de esperanza, que nos muestren que esta realidad de machos y hembras es absolutamente premeditada y que viene acompañada de violencia, de sumisión, de una profunda desigualdad y demasiadas injusticias. Señores de las altas esferas, dejadnos en paz de una vez por todas. No queremos seguir vuestro código de conducta, no necesitamos de vuestros capitales y de vuestras fantásticas posesiones y por supuesto no queremos pagar el precio de ser como vosotros. Dejadnos construir nuestras vidas, sin blancos o negros, porque vivimos para ser de un bello color gris. Una enorme masa gris, heterogénea y amorfa.

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