Después de los 50
Tengo dos hermanos mayores de 50 años que están en paro hace tiempo: una es doctora en bioquímica con 23 años de experiencia en la industria farmacéutica; el otro no ha hecho otra cosa que trabajar toda su vida para llegar a tener cotizados 32 años actualmente. Yo me pregunto qué delito han cometido para no tener esperanza, para convertirse en apestados solo por tener esa edad. Oímos mucho hablar de los jóvenes que no tienen futuro —no intento restar importancia al problema—, pero ese colectivo tampoco lo tiene y parece haberse convertido en invisible. Todos los viernes espero, tras el Consejo de Ministros, palabras de consuelo para ellos o medidas que favorezcan que consigan un empleo. Nunca las encuentro.
¿Cómo se pueden olvidar nuestros gobernantes de unas personas que lo único que han hecho ha sido contribuir con sus impuestos y su experiencia a la mejora del país? ¿Qué clase de político y de ser humano hay que ser para mirar para otro lado?
Simplemente quería que al menos ustedes, desde sus columnas periodísticas, no los echen en el olvido para que no mueran del todo.— Sagrario Carranza. Ciudad Real.
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