Bolsa de trabajo: cocinero de reina

Antes de que lleguemos a los 45 millones de parados y en este país solo trabaje Kiko Rivera como disc jockey, deberíamos abrir la mente y considerar nuevos horizontes. Plantearnos la "movilidad exterior laboral", que es como Fátima Báñez —o el impertérrito ultracuerpo de su apariencia— gusta de llamar a la emigración.

Muchos temen esa palabra porque la identifican, no sin motivo, con irse a limpiar retretes a Alemania. Sin embargo, hay otros trabajos para los que los españoles también podríamos estar cualificados. Ya que arrasamos en alta gastronomía, el de cocinero real, por ejemplo. Y no de cualquier monarquilla de serie B tipo Alberto de Mónaco, sino de la mismísima reina de Inglaterra.

Her majesty busca sous chef —segundo de a bordo— para la cocina de Buckingham Palace, y para dar con él ha publicado una oferta de curro en su web oficial. ¿Tareas? Entre otras, “liderar y enseñar a los cocineros júniores” y resolver “desde banquetes oficiales para doscientos hasta comidas para dos”.

A pesar de la responsabilidad que amenaza exigir el empleo, la familia real británica no parece difícil de contentar. Para desayunar, a Isabel le gusta el Special K (los cereales, no lo otro); con el té, jam pennies (sándwiches de mermelada cortados en redondo, rollo cocina de vanguardia); un lenguadito a la plancha para comer, y venado o salmón para cenar. Y un Dubonnet con ginebra antes de dormir, para no perder la costumbre de su reina madre, la añorada Tanqueta de Tanqueray.

Más tocahuevos debe de ser el príncipe Carlos, y perdonen la expresión. Se dice que su obsesión por el perfecto soft egg pasado por agua cuatro minutos exactos, típica de quien no recibió suficiente cariño en la infancia, trae locos a los cocineros de palacio. En compensación, la sustitución de Diana, Dior la tenga en su gloria, por Kate supone cierta liberación: mientras la primera calentaba la leche en el microondas con dificultad, la segunda se maneja en los fogones y ha sido avistada, horror, haciendo la compra.

En cualquier caso, el elegido deberá pringar 45 horas semanales y cobrará 27.000 euros al año, que en Londres viene a ser como unos 20.000 aquí. Querida Elizabeth II, ¿esto es lo que estás dispuesta a pagar a tu jefe de cocina? Bueno, vale, está bien. Tu única salvación sería un chef español desempleado. Pero si todo lo que te llega son descartes del casting de Masterchef, no te quejes: la culpa es tuya por rácana.