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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Leer (sin saber leer) la ciudad

Anatxu Zabalbeascoa

 No es necesario saber nada de urbanismo para saber leer la ciudad, pero sí es fundamental caminar por sus calles y observarla. La ciudad solo pide que la caminemos, que la usemos. Como sucede con las calles, no es preciso saber leer para disfrutar con Mi libro de horas de Frans Masereel (Nórdica). Lo dijo Thomas Mann cuando lo describió en el prólogo como “una creación intelectual sin necesidad de condicionantes”. Es cierto que no hace falta leer para entrar en este libro o para pasear por la ciudad. Pero para disfrutar ambos es necesario querer ver.

Ambos, ciudad –una ciudad cualquiera- y libro –este libro, o cualquiera de los libros de Masereel- tratan de lo mismo, de la vida humana: “esa asombrosa aventura difícilmente valorable en su mezcla de aceptación y vergüenza, felicidad y sufrimiento, alegría y amargura”, dice Mann. Pero “No es necesario ser un políglota como un camarero de la Riviera o una jovencita de un internado inglés del XIX” para entender el amplio mundo que ofrecen las ventanas, las calles, los paseos, las escenas y las multitudes retratadas en este libro que cuenta, en imágenes, la vida de su autor.

Ataviado con una tabla de madera de peral y una navajilla, el xilógrafo Masereel hacía vanguardia hablando de lo cotidiano, haciendo visible lo invisible, con técnicas tradicionales, centenarias. Cuenta Mann que Masereel había escrito un guión de cine. Y su libro de horas es también, como un paseo por la ciudad, una película que juzga, acusa y admira nuestra civilización. “¡Oid! Yo no doy lecciones ni limosnitas. Cuando me doy, me doy”, cita Masereel de Walt Whitman al principio de su libro. Así es. Él no habla desde un púlpito. Evita clasificaciones y juicios totalitarios que inhiben el pensamiento propio. Es muy difícil atinar a acertar la procedencia, gustos, cultura o clase social de los ciudadanos que retrata. Por eso, más allá de explicar las horas del día, o lo que es lo mismo, los escenarios de esas horas y los lugares de una vida, el libro lo retrata a él, lo que ven sus ojos. Por eso será difícil encontrar un libro más placentero para regalar el día del libro.





Comentarios

El proprio hijo de Thomas Mann, Klaus Mann se suicido en 1949. Fue de haber observado con demasiada clarividencia y lucidez la sociedad "MODERNA"? Vea y lea : "Contre la Barbarie" Editions Phébus 2009, seleccion de textos escritos entre 1930 y 1948.Sin subirse al pulpito, mi "viejo", aristotelico y querido profesor de urbanismo nos aconsejaba de "RECONOCER" antes de "conocer". Es decir observar pero advirtiendonos de que NADA podia substituirse al conocimiento real ( como trabajo de erudicion ) de nuestro "objeto" de deseo y estudio : la CIUDAD, y que nunca sabriamos proyectar sin saber distinguir sus fases historicas, respondiendo a las preguntas principales siguientes : Que, Quien y Como? Sin omitir el Cuando, el Donde, el Porque y el Por que?Lo dicho, es verdad que no escribia como Thomas Mann pero dibujaba maravillosamente.Los urbanistas "somos" falibles por supuesto, como lo puede ser un padre que no supo evitar el sucidio de su hijo, pero sabemos por razones "metodologicas" que no debemos substituirnos a otros campos cientificos y que sobre todo no debemos substituirnos a ninguna entidad "politica" ( Max Weber) lo que no nos impide de "pasear", comprender y "amar" a la ciudad... Y a sus "gentes".Buenas Noches
Excelente recomendación. Si la arquitectura no tuviese una ideología con la que contrastarse podríamos hablar de la manera en que ésta empieza a perder su significado en las ciudades y el modo en que participamos (como ciudadanos) en la ciudad.Me imagino este mismo cómic en la actualidad, sustituyendo a este personaje-flâneur, por cualquiera de nosotros, con nuestro ipod y nuestro smartphone, sin fijarnos en lo que pasa a nuestro alrededor, sin participación. Que la tendencia no sea ésta.

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