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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los públicos se van

La falta de espectadores fuerza a Alta Films a seguir cerrando muchas de sus salas que son en España una referencia del cine de autor

SOLEDAD CALÉS

Y las salas cierran. Enrique González Macho, dueño de Alta Films y actual presidente de la Academia del Cine, ya no puede más y va a tirar la toalla. El miércoles echó el candado a las salas Renoir de Majadahonda: otras que sumar a las que fue cerrando antes —en Palma de Mallorca, Bilbao, Zaragoza, Cuenca— y a las que cerrará en breve —Barcelona, Guadalajara, Tenerife— de las casi 200 que levantó para proyectar el mejor cine de autor (y también comercial, pero en versión original) en distintas ciudades de España. Hará lo posible por mantener abiertos los cines Princesa y los Renoir de plaza España y Retiro, en Madrid, pero irá desmantelando sus oficinas en la capital, donde aún trabajan 39 personas. Llegó a tener a 500 empleados en plantilla, pero los tiempos cambian y una catarata de diferentes problemas han puesto en la picota a las salas de programación más exigente.

“La gente ha dejado de ir al cine, el DVD está arruinado y las televisiones, sobre todo la pública, ya no apoyan al cine español ni al cine de autor en general”, ha dicho González Macho para explicar su difícil decisión. Alta Films, SA, tiene tres ramas de actividad —distribución, exhibición y producción— y, por el momento y si las cosas no se siguen torciendo tanto, solo mantendrá la tercera de sus actividades.

Tiene razón González Macho en su diagnóstico, pero acaso conviene subrayar un detalle. Seguramente la actual es la sociedad más volcada en lo audiovisual, la que más series y películas devora, la que más tiempo pasa pegada a las pantallas: el problema es que han dejado de ser las de los cines. El negocio ha cambiado, y la catástrofe que está produciendo la piratería afectará antes a los que hacen cine de autor que a los grandes estudios de Hollywood.

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La paradoja es que quizá ahora estos cineastas tengan muchos más espectadores. Lo grave es que la gente se baja sus películas en el ordenador y no gasta un duro. El desafío de arrancar a los públicos de sus pantallas domésticas es por eso misión harto difícil: no hay conciencia del daño que se hace a los creadores. Pero la batalla por salvar los cines debe librarse a fondo, y es que no hay lugar mejor para celebrar el genio de los mejores. Los que programa Alta Films.

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