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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Periodismo ciudadano en tiempos de guerra

José Naranjo

Yacouba Cissé, cámara de Alhabar, junto a soldados franceses y malienses en Gao.

Cuando el norte de Malí cayó bajo la ocupación de grupos yihadistas armados, el esforzado profesor de escuela Amar Meïga decidió no cruzarse de brazos. “Estaban pasando muchas cosas y nadie se estaba enterando, la prensa internacional no podía venir a contarlo así que decidí empezar a contarlo yo”. Y creó un grupo de Facebook, Gao a la une, donde iba colgando fotos que hacía con su teléfono móvil y pequeñas noticias. En pocos días, cadenas de televisión y periódicos de todo el mundo empezaron a contactarle para usar sus imágenes, que él cedía de manera gratuita. “No era una cuestión de dinero, ese no era el problema”, asegura. Fue en ese preciso instante, tras conocer la iniciativa de Maïga, cuando el periodista maliense Cheikh Diouara pensó, por primera vez, en crear Alhabar.

Trabajando con el ordenador en Gao, Amar Maïga. / Foto: J.N.

Cheick Amadou Diouara no necesita de mucha presentación en el mundo del periodismo en Malí. Natural de Gao y corresponsal de la Agencia Reuters para África Occidental, ha trabajado para grandes medios como Associated Press, TV5, Al Jazzera, Time Magazine, France2 o ARTE. Es, sin duda, uno de los más eficaces reporteros en activo del país y el que mejor conoce el conflicto bélico que se desencadenó el 17 de enero de 2012 cuando los rebeldes tuaregs, con el apoyo de grupos terroristas e islamistas radicales, se alzaron en armas contra el poder central de Bamako y que vivió su internalización mediática un año después, el 10 de enero de 2013, cuando Francia decidió enviar su Ejército a este país africano ante el avance hacia el sur de estos grupos armados. Diouara se movía entre el norte y el sur como pez en el agua.

Miembros de Alhabar: Ali Traoré y Moulaye Touré, editando un vídeo. / Foto: J.N.

No es sólo que sea difícil, sino que Francia y Malí se han preocupado de tejer una red de filtros y controles con el objetivo de impedir el acceso de los periodistas a las verdaderas zonas de combate, lo que ha desembocado en una guerra con escasas imágenes y casi siempre alejadas de "la acción". Los trayectos son largos y duros, el calor aprieta, apenas hay conexión ni cobertura telefónica, el día es día es complicado y los periodistas empotrados con el Ejército francés trabajan sujetos a normas y condiciones orientadas a mostrar aquello que París quiere mostrar y ocultar lo que no le interesa.

La financiación inicial de la cooperativa procede de fondos personales, de la esponsorización de la empresa norteamericana Uncorked Studios, que se encarga del desarrollo informático, las aplicaciones, la telefonía, etc y, por otra parte, de la agencia estadounidense de cooperación, USAID, que sostiene otros proyectos de comunicación en Malí, que ha aportado 41.000 dólares para el primer año de funcionamiento. “Lo mejor de nuestros financiadores es que no se interesan para nada en los contenidos, no dictan la línea editorial, tenemos total libertad”, añade Diouara.

Cheick Diouara (dcha) y Abdoul Salam Hamma durante una visita al local de Alhabar en Gao. / Foto: J.N.

La creación de Alhabar data de junio. El primer paso fue comenzar a conformar el equipo. Junto a Diouara, su brazo derecho, el joven Abdoul Salam Hamma. Ambos empezaron a buscar jóvenes inquietos y con ganas de comunicar capaces de asimilar formación en materia de edición de vídeos, elaboración de textos o tratamiento de imágenes. En la actualidad son trece corresponsales, cinco en Gao, donde está la oficina central, otros tres en Ansongo, Bourem y Menaka, dos en Kidal, dos en Tombuctú y el último en Douentza. En poco tiempo se cubrirá todo el territorio nacional.

En Malí hay unos 16 millones de habitantes y, en total, unos 8 millones de teléfonos móviles. De ellos, al menos la mitad, es decir, unos cuatro millones, cuentan con aplicaciones y acceso a Internet. “Ahí está nuestra fuerza, la gente se puede informar de lo que pasa allí donde esté gracias a sus teléfonos”, insiste el impulsor del proyecto. Los últimos ataques yihadistas a las ciudades de Gao y Tombuctú, que tuvieron lugar el pasado mes de marzo, fueron grabados por Alhabar. “France2 usó nuestras imágenes porque éramos los únicos que estábamos aquí”.

Yacouba Cissé graba un reportaje sobre la reconstrucción del mercado de Gao. Foto: J.N.

La formación de los jóvenes es continua. Los periodistas internacionales que hacen escalas en Gao o se quedan unos días en la ciudad están contribuyendo también a la formación de los jóvenes reporteros ciudadanos mediante la organización de talleres. Por ahora han tenido lugar dos cursos, uno de escritura de prensa y otro de grabación de vídeos, este último a cargo del cámara francés Tristán Le Braz.

En su página web ya tienen alojados ocho vídeos, algunos de contenido sin duda violento, que muestran una faceta de esta guerra que la mayoria de los medios, demasiado pendientes de la versión francesa y limpia de los hechos, prefieren ignorar o pasar por alto. Es Alhabar, la nueva voz del periodismo ciudadano en el norte de Malí. Todavía está en construcción pero en su web ya hay una muestra de lo que están haciendo. Pasen y vean.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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