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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El club del doble chollo

El Ayuntamiento de Madrid reparte tarjetas VIP para un polideportivo municipal de élite y no cumple su propia normativa

MARCOS BALFAGÓN

Tienen razón los populares: lo público, gestionado con criterios privados, no solo es mucho mejor. Es un auténtico chollo por partida doble. Véase si no el caso del Club de Campo Villa de Madrid. Este sí es el modelo perfecto de institución pública para las clases pudientes. Se disfruta de buenas instalaciones deportivas a precio de saldo —hay 650 tarjetas VIP para políticos de todos los partidos, empresarios y los familiares de unos y otros— y, además, se evitan las obligaciones fiscales sin problemas.

Este club, situado en una de las zonas más verdes de la capital de España y propiedad de la Real Sociedad Hípica, pasó en 1984 a manos del Ayuntamiento de Madrid, que es el que reparte las tarjetas VIP a discreción. Por tal razón pudieron dar clases gratuitas de golf los hijos de José María Aznar y su esposa Ana Botella, ahora alcaldesa de Madrid, o montar a caballo cualquier presidente de gran constructora. La lista de espera para entrar, pagando una alta cuota, es de quince años; salvo para los que pertenecen a esa lista VIP.

Lo más granado del PP madrileño lleva años a los mandos del Club de Campo. El gerente es un amigo de Botella. El presidente, un concejal. Pero los socios de toda la vida les deben de estar agradecidos. Gracias a ellos, por ejemplo, se han librado de pagar el IBI (500.000 euros anuales) desde 2006. Ahora que el Ayuntamiento se ha percatado de ello no impondrá sanción alguna ni pedirá los atrasos. Se limitará a cobrarlo a partir de ahora, lo que es una gran suerte. También ahora se han dado cuenta de que desde hace años algunos de sus pabellones carecen de la licencia urbanística de funcionamiento. Por Dios, ¿no tenían sus directivos línea directa con el Ayuntamiento de Madrid para poner en orden la casa?

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Pero no termina aquí el disparate y el agravio comparativo. Atentos a las excusas. El Ayuntamiento no exigió el IBI porque “se traspapeló” su cobro y el club no dispuso de las licencias obligatorias porque hechas las obras de esos pabellones “se encontró” con que el seguro tenía una franquicia y la normativa exige que sea a todo riesgo, así que se esperó a que el seguro expirara.

En caso de incumplimientos similares no intente usar tales excusas. No le servirán de nada.

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