Fachada como corteza
FOTO: Fernanado Alda
La casa Jochen-Klepper fue, durante años, la vivienda del director de una fábrica de porcelana de la ciudad de Selb, en Baviera, al sureste de Alemania. Partiendo de esa villa, un concurso proponía su ampliación, con tres salones de actos, para transformar la antigua vivienda en un centro social para el barrio de Plöberg de esa ciudad. La arquitecta Anne Beer entendió la ampliación como la creación de un espacio público y, a la vez, como un puente que debía relacionar el pasado de la antigua villa con su nuevo uso público y, a la vez, el nuevo uso público con el entorno del jardín. Así, Beer desarrolló un espacio intermedio, una construcción con estructura de madera que, gracias a su permeabilidad, establece un nexo de unión entre el interior y el exterior de la obra.
De la misma manera que fueron el uso (público) y el contexto (la arboleda, la vieja villa y las vistas) los que decidieron la forma y la materialidad del edificio, ha sido la topografía del lugar –una colina a las afueras de la ciudad- la que solucionó la demanda del programa, que requería diversas alturas en el interior de los salones. Así, partiendo de lo existente, el nuevo pabellón es un inmueble ligero. El material ha reducido la forma casi a la propia estructura –de madera con base de hormigón- del pabellón. Y, a la vez, esa reducción ha reforzado el carácter singular del nuevo edificio.
Las vigas estructurales, de pino laminado, y el panelado de las fachadas, de madera de alerce, son elementos prefabricados y ensamblados en fábrica. Esa fachada panelada parece respirar y recuerda a la corteza protectora de los árboles que envuelve los troncos y, a la vez, los relaciona con el bosque exterior.
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