Arquitectura como puente entre épocas
“La arquitectura es una conversación entre generaciones desarrollada a lo largo del tiempo”. Lo dijo Vincent Scully y, de vez en cuando, algunos proyectos vuelven a recordarlo. La restauración mimética embalsama y la que confronta puede destrozar más de lo que construye. En cambio, la recuperación de un edificio adaptándolo para un cambio de uso pero manteniendo su identidad revive la arquitectura.
Eso ha sucedido en la iglesia del Convento de las Jerónimas de Brihuega, en Guadalajara, un edificio de finales del siglo XVI que en el XXI era poco más que una ruina.
Las bóvedas sobre la nave se habían derrumbado y habían sido sustituidas por cerchas metálicas. Entre las grietas de los muros portantes crecían las malas hierbas. Hasta un pedazo de la cúpula se había derrumbado porque los arcos torales, que la sujetaban, estaban dañados. Había también goteras y ventanas rotas. Quedaba, en fin, poco más que la huella, las pilastras y las cornisas cuando Adam Bresnick y su equipo fueron llamados para reparar sin recrear la vieja capilla.
Escenario para bodas, conferencias o exposiciones, hoy la iglesia es muchos espacios en uno. Bresnick y su estudio han tendido un puente que recorre cinco siglos con un solo proyecto. Ese puente también une usos contrapuestos: del recogimiento y la oración a la celebración laica. Y está construido, entre otras cosas, con los mismos materiales que el edificio original. El mármol, el yeso pintado y el pino teñido con una veladura blanca hablan hoy un idioma moderno que ubica la capilla fuera del tiempo. Sin un uso definido, en la iglesia pesa lo invisible. Se respira un aire monástico en parte por la presencia majestuosa de un gran halo. Esa lámpara ideada por Bresnick (con la empresa Aneva) sintetiza el gran logro de esta restauración que, respetando las marcas de la historia, sugiere en lugar de señalar. Así, la lámpara en forma de halo ofrece nueve iluminaciones posibles, con cambio de dirección e intensidad, e incorpora, además, las luces de emergencia. Ese elemento escultórico resuelve con innovación, imaginación, precisión y respeto la relación entre tecnología y pasado.
La Capilla de Brihuega, reaparecida ahora en el pueblo, llevará más gente a contemplar ese Conjunto Histórico Artístico protegido. La restauración costó 852.000 euros (la nueva estructura se llevó el 30% de esa cantidad) y ha recibido una subvención de FADETA para la creación de empleo en zonas rurales.
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