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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El Papa argentino

El 27 de noviembre de 2008 me hallaba yo en la plaza de Mayo de Buenos Aires, donde acababa de desfilar la engalanada Guardia de Granaderos que todos los días acude a la catedral a efectuar el relevo junto al mausoleo del general San Martín. Hacía un calor sofocante y observé que en la acera había un grupo de cuatro obispos, alguno con la chaqueta en la mano, que esperaban a otro que llegaba en autobús. Uno de ellos era Bergoglio, arzobispo de la capital y, a la sazón, presidente de la CEA. Los cinco marcharon a pie hasta la Casa Rosada y, después de esperar unos minutos junto a la valla, sometidos a trámites de identificación, accedieron por una puerta lateral del palacio. Esa misma tarde leí en la prensa que había habido un encuentro, calificado de cordial, de la renovada cúpula del episcopado con la presidenta Kirchner. Los obispos le entregaron un documento titulado Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad, en donde se incluían algunos pasajes muy críticos al Gobierno y donde pedían “buscar acuerdos básicos y duraderos” para luchar contra la pobreza. Un escrito que no debió de hacer mucha gracia a la jefa del Estado, porque desde entonces las relaciones han ido de mal en peor. Dicen que este Papa, de andar algo torpe y de amplia y limpia sonrisa, tiene un solo pulmón. Ojalá sea ese el pulmón de toda la Iglesia de Jesucristo, el pulmón de la Iglesia de los pobres.— Antonio Peregrín López de Hierro.

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