Sobresaltos en el Fondo
El registro del piso de Christine Lagarde es un nuevo contratiempo para el organismo financiero
En medio de los vaivenes de la crisis, el Fondo Monetario Internacional (FMI) no gana para sobresaltos. Y no solo por las tasas de inflación, las balanzas de pagos o los rescates. Lo último que necesita esta insigne institución, acostumbrada a vigilar la ortodoxia y apercibir a Gobiernos, es que sus máximos dirigentes se vean en los papeles por asuntos ajenos al cargo. Pues acaba de suceder con Christine Lagarde. Y ya van dos en dos años.
El pasado martes, los medios de todo el mundo anunciaban que la policía francesa había registrado la vivienda parisiense de la directora general del FMI. Lo cual, dicho así, es como para hacer saltar las alarmas. ¿Qué buscaban? ¿Alijos? ¿Maletines con billetes?
En realidad, se trata de una causa abierta a raíz de un litigio, en 2007, entre el polémico empresario Bernard Tapie y el banco Crédit Lyonnais, intervenido por el Estado. Lagarde, entonces ministra de Economía, optó por una comisión de arbitraje en lugar de acudir a los tribunales, y tampoco recurrió la cuantiosa indemnización —285 millones de euros— que dicha comisión fijó para Tapie. La oposición socialista acusó a la ministra de favorecer al expresidente del Olympique de Marsella, aliado de Nicolas Sarkozy. Y un tribunal abrió el procedimiento en agosto de 2011, justo un mes después de que Lagarde asumiera la jefatura del FMI.
Una salida amigable era menos costosa que un pleito judicial, insiste Lagarde, cuyo abogado ve en el caso una maniobra política. Si bien no dejaba de ser un borrón en un expediente intachable, el proceso contra Lagarde no afectó la decisión del Consejo Directivo del FMI, que había sido informado previamente del asunto.
Con su antecesor, en cambio, no ocurrió lo mismo. El Consejo no estaba al corriente de las intemperancias de Dominique Strauss-Kahn: la acusación de agresión sexual contra una limpiadora de hotel convirtió al socialista francés en el primer director del FMI fotografiado tras las rejas. Y en plena crisis financiera mundial.
La institución no ganaba para contratiempos. Antes que DSK, Rodrigo Rato se había apeado a mitad de la carrera y dimitido de la dirección del FMI por motivos personales.
Y ahora, ese registro policial en un piso de París rompe la paz que el FMI creía haber encontrado al fin.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.