La cultura madruga menos que el espíritu
Estando de paso en Londres y queriendo aprovechar unas horas me he acercado al Instituto Cervantes para trabajar en su biblioteca. Atendido a las 9.10 por una amable señorita, se me informa de que la biblioteca se puede utilizar a partir de las 12.30. Dado que yo llevaba conmigo ordenador, papel y bolígrafo y solo necesitaba silla y silencio, me cobijé en la iglesia de St. Michael que está a dos pasos y allí encontré la paz y el recogimiento que nuestro Instituto me había negado a “tan temprana hora”. Asumo que este es otro efecto más de los “recortes colaterales”.— Antonio García-Valdecasas Huelin.
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