Ajuste desigual
Ni todos los mercados han ganado en competitividad, ni todas las rentas han caído tanto como las salariales
La recesión persistente de la economía española y la presión de la reforma laboral están deprimiendo de forma significativa los costes salariales. En el último trimestre de 2012, la remuneración por hora trabajada descendió el 4%; especialmente afectados resultaron los empleados de la Administración. La Contabilidad Nacional informó de una caída de la remuneración por asalariado del 3% en 2012. Las estadísticas delinean una política económica muy clara: devaluación de los salarios para aumentar la competitividad y una composición del ajuste laboral que combina despidos (850.000 empleos perdidos en 2012) con el hundimiento de los salarios para responder a la profunda depresión de la actividad.
La medicina es muy amarga, tiene una dinámica propia difícil de moderar y está llevando a la sociedad a la desmoralización, que será tanto más grave cuanto más dure el ajuste. Tiene además graves consecuencias sobre el consumo y la inversión. El argumento de los economistas que defienden el ajuste salarial es que durante años los costes laborales españoles han estado creciendo en torno a tres puntos por encima de la productividad, mientras que en otros países europeos, competidores de España, crecían solo entre medio punto y un punto.
La efectividad del ajuste exige que se busque una reducción general de rentas para aumentar la competitividad. Dicho de otra forma, la caída de los salarios debería ir acompañada, como corresponde, con un descenso de los precios y de otros costes, incluso a pesar de que elevar la inflación sea un remedio seguro para reducir la deuda. Pero ni todos los mercados han ganado en competitividad, ni todas las rentas se han moderado ni todos los precios han bajado en una intensidad coherente con la recesión. Esta relación desigual es la que convierte el recorte salarial de 2012 en un riesgo para la estabilidad si se mantiene más de cuatro trimestres.
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