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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

El restaurante secreto

Anatxu Zabalbeascoa

El encargo era especial: un restaurante oculto en un garaje. También paradójico: un lugar físicamente hundido y sin embargo de ambiente flotante. Y difícil: al descender dos plantas desaparece el contexto y también la luz. Con todo, los arquitectos trataron de mezclar la espiral del descenso con la del ascenso al comedor y contrastaron el hormigón del edificio original con materiales pulidos y poco perceptibles para idear un mundo contrapuesto. El resultado se palpa. Se puede tocar con las manos, se degusta. Pero tiene más que ver con la imaginación que con la vista.

Surrealista. Así lo han definido sus arquitectos, Ramón López-Neira y Beatriz Ciaurri: “la intervención es una experiencia mágica y surrealista”. El Caramuxo es una bodega, un txoko, un pequeño restaurante privado oculto en un sótano en el interior de un aparcamiento público de Madrid. “Está deslocalizado”, explican. Y cuentan que la rampa hacia los sótanos del parking público bajo un aparcamiento privado se interrumpe para acceder a este espacio “gastronómico” a través de una fachada de transición de tableros de madera-cemento. Ese muro marca el paso entre el brutalismo del hormigón y la acogida, en el restaurante, “la burbuja cálida del interior”, describen ellos.

Esa cámara oscura desubica, gana privacidad para quienes acuden al comedor, pero también deja la intervención sin contexto y, consecuentemente, al margen del tiempo. Arquitectónicamente, esa voluntad se traduce en la desaparición de todo excepto lo que uno va a hacer allí. Los arquitectos se han encargado de limpiar, de saltar por encima de todo tipo de conductos y de fomentar la espiral del descenso y el ascenso para evocar la idea de viaje. En el comedor, los planos horizontales y verticales quedan difuminados entre el vidrio y el acero inoxidable. A la aparición de un marco nuevo contribuye la madera de fresno y, sobre todo, los lucernarios artificiales de halógenas con luz de día que sorprenden con la idea de una realidad irreal. Así, “la bajada de plantas y plantas de sótanos conduce a un ático”, explican los arquitectos. Y no les falta razón. Allí hay luz. No se trata de una mera retroiluminación de falsas claraboyas y ventanas, los mecanismos empleados se inspiran en la iluminación escénica en el teatro, donde el cuadro de encendidos de iluminación se divide en tres diferenciales principales Día, Noche y General.

El mobiliario contribuye integrándose con la arquitectura y ocultando mecanismos para abrir y cerrar almacenes, cajones o contenedores. La idea de la desubicación hay que trabajarla al milímetro: los anclajes de los paños de vidrio no se ven, el suelo de acero de la cocina ha sido cizallado trapezoidalmente y se curva para convertirse en zócalo. También los extremos de los escalones se tornean. La idea de cuidado invisible pero palpable suma una experiencia espacial, y sensual, a la gastronómica. La experiencia visual, sin embargo, se escurre en este espacio, se ralentizada ya que el restaurante deslumbra a simple vista, pero se descubre después: investigándolo y tocándolo.





Comentarios

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Fascinante, un espacio con buen gusto e innovador. Un poco surrealista por supuesto, como dices.
Increible espacio y dedicación. Esto es la innovación que necesita nuestro pais, ideas frescas, innovadoras y que llamen la atención.http://www.menfoodspain.com
Me ha parecido una idea dificilísima de llevar a cabo, así que entiendo lo buenos que tienen que ser los arquitectos. ¿Qué más obras han hecho? ¿Sabéis algo más de ellos?Muchas gracias,Ana
Muy interesante, aunque vendría bien una foto de esa espiral de bajada que describes
Uffffff una idea un poco difícil. Me gustan las cosas innovadoras, pero creo que esto es poco práctico.Salu2
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Hola Ana Coelho,Si pinchas en el link sobre sus nombres accederás a su web donde hay más información. Saludos
Y donde está el susodicho restaurante
Tan secreto, tan secreto, tan secreto, que le han hecho un reportaje en El País. Para que siga siendo muy secreto.
Los txocos son lugares muy prácticos y éste, en especial, un sitio muy bien pensado
No acabo de ver la dirección del restaurante aunque tampoco queda claro si el local es un restaurante (público) o un txoko (privado)Gracias.
Mucho txoko, mucho txoco, pero más parece un zulo, por lo oscuro y por lo secreto. Por cierto, o caramuxo es una palabra gallega. ¿Va a ser un restaurante vasco? ¿gallego? ¿O un cool-parking para rehenes de la modernidad?
Increíble. No hay manera de encontrar dónde se ubica este sitio... He entrado en la web de los arquitectos y es tan, tan, tan, tan moderna que tampoco he sabido encontrar una relación de los trabajos realizados. A ver si se bajan del pedestal y nos acercan a los simples como yo la beneplacencia de su obra.
Por cier... cosa que no se menciona: no es un restaurante abierto al público, es un espacio cocina-comedor privado donde sus dueños invitan a comer a sus amistades para no tener que subirlos a su casa... de ahí que no se de ninguna pista sobre su localización.
Me voy a hacer uno de éstos en el trastero! Cómo no se me ha ocurrido...
Me encantó esta nota, yo estoy haciendo algo bastante parecido en Lima, aunque no está tan sofisticado aún pero esa es la meta, soy cocinera de profesión y la verdad me siento mas realizada experimentando en mi cocina fusiones y mezclas que no me serían permitidas en un restaurant.
guau! es una pasada de interesante la verdad, me encantan los espacios así... son realmente inspiradores :)

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