La muerte de Hugo Chávez
La muerte de Hugo Chávez abre un profundo interrogante sobre el futuro de Venezuela; y ha provocado también la apertura de un profundo debate en España entre los distintos y enfrentados dirigentes políticos. Así, Gaspar Llamazares ha elogiado la figura de Chávez por la profunda reforma social que se ha producido durante su mandato en Venezuela. Otros dirigentes, en cambio, relacionan a Chávez con aquellos dictadores que han marcado la agenda política en Sudamérica durante las últimas décadas.
Sin duda, la figura política de Chávez tiene más oscuros que claros, pero ¿realmente se puede cuestionar a un país por elegir a sus representantes políticos? ¿No tiene derecho Venezuela a elegir a su líder por muy poco que pueda gustar al resto del mundo? Podemos tener derecho —y además es saludable— a cuestionar las políticas de todos los líderes, pero criticar a un país por elegir a su líder es el principal de los pecados que pueden cometerse en un sistema democrático. Venezuela debe ser libre para elegir su destino por mucho que en el resto del mundo no lo podamos compartir.— Juan Mestre García. Palma de Mallorca.
Tildar a Chávez de dictador es una simplificación, lo era antes y lo es tras su muerte. Quien haya visitado Caracas antes de su presidencia, sabe que era una ciudad tan violenta, tan insegura y tan desequilibrada como lo es hoy. Y no se debe olvidar que los hombres públicos de estilo tan peculiar solo se entienden desde los desmanes y corrupciones de sus antecesores. No se debe olvidar que en elecciones sucesivas su victoria fue abrumadora y eso significa que su acción de gobierno era respaldada por la mayoría de los ciudadanos.
Es, en todo caso, un caudillo. No dudo que personas como él tienen impacto negativo en los países, pero a largo plazo. Por lo tanto, el atraso de Venezuela, que vendrá seguro, y con él el empobrecimiento de los que hoy le respaldan con ceguera, es irreversible. Pero eso no se produce porque sea un dictador, sino por su comportamiento caprichoso e interesado para dirigir su nación. Pero hay muchos dirigentes que se dicen demócratas y hacen lo mismo, y de eso en España sabemos bastante, por desgracia.— Dionisio Rodríguez Castro. Villaviciosa de Odón, Madrid.
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