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La difícil convivencia entre refugiados y griegos Acosados y con frecuencia agredidos por las huestes xenófobas de Amanecer Dorado, cientos de miles de inmigrantes malviven en Grecia. Un limbo infernal, cargado de esperanzas, sueños y peligros. El Evros marca casi toda la frontera entre Grecia y Turquía (206 kilómetros) y ha sido la principal vía de entrada. Acaba de quedar blindado por vallas metálicas, similares a las que separan México y Estados Unidos. JUAN CARLOS TOMASI La mayoría de los retenidos (como los de la imagen) quieren ir hacia el norte de Europa, donde pretenden perseguir sus sueños, algo complicado porque ahí tampoco los quieren. JUAN CARLOS TOMASI En Atenas, más de 70 comedores sociales distribuyen miles de raciones. Uno de ellos es un centro evangélico donde pastores estadounidenses ofrecen comida y duchas gratis a los refugiados. JUAN CARLOS TOMASI Cuando la policía retiene a inmigrantes ‘sin papeles’, como estos niños, los lleva a un centro de detención, les abre una ficha y les marca los brazos para saber que han pasado los controles. JUAN CARLOS TOMASI El sudanés Hassan (a la izquierda) sufrió la agresión de militantes de Amanecer Dorado que le ha dejado cicatrices en varias zonas del cuerpo, incluida la espalda. “Solo puedo suponer que la cortaron con navajas”, dice. JUAN CARLOS TOMASI El afgano Wahid abandonó su país por la persecución a los cristianos. Tras 15 meses en Grecia ha aprendido a reducir drásticamente sus expectativas. JUAN CARLOS TOMASI Desde el centro evangélico que atiende a los inmigrantes se ven dos caras de Grecia: el pasado glorioso del Partenón y el duro presente, marcado por la crisis que echa leña al fuego de la xenofobia. JUAN CARLOS TOMASI