Sinsentidos

Afirmaba el filósofo José Luis Pardo en este diario que cuando un alumno comete ciertos errores garrafales no debería ser aprobado ni suspendido, sino ni siquiera calificado, ya que semejantes dislates demostrarían que no reúne las condiciones previas necesarias para ser evaluado.

Esto me ha hecho recordar dos afirmaciones recientes: una del presidente del Gobierno y otra de la ministra de Sanidad. El primero, preguntado por “los papeles de Bárcenas”, dijo: “Desde luego, todo lo que se refiere a mí y que figura allí (…) no es cierto, salvo alguna cosa, que es la que han publicado los medios de comunicación; o dicho de otra manera: es total y absolutamente falso”. La segunda, preguntada por los regalos que un informe policial de la UDEF confirma que recibió de la red Gürtel, declaró: “Si se refiere a los artículos de 300 euros a los que alude el informe, sinceramente, ni los conservo ni recuerdo haberlos recibido”.

Si no recuerdo mal mis clases de lógica del bachillerato, una contradicción desde el punto de vista del hablar cotidiano no es ni verdadera ni falsa —cualidades exclusivas de los enunciados que afirman o niegan algo de la realidad—, sino un simple disparate, una proposición sin sentido. Quién me iba a decir que añoraría aquellos tiempos en los que lo mínimo que podía esperarse de un político preguntado por un asunto peliagudo era una buena trola.— Andrés Alabate.