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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estrangularon a Prim

Una comisión científica establece que el general y político liberal fue asesinado después de recibir varios disparos en un atentado

MARCOS BALFAGÓN

Con esas palabras, o con otras muy parecidas, deberían haber titulado los periódicos de la época cuando informaron sobre la muerte del general Juan Prim i Prats. No lo hicieron, no pudieron hacerlo. Les ocultaron lo que pasaba, les dieron pistas falsas. El 27 de diciembre de 1870, Prim regresaba a casa tras terminar su trabajo en el Congreso y, en la calle del Turco (la actual Marqués de Cubas), interrumpieron la marcha de su coche, salieron de la nada unos tipos armados y le dispararon. A partir de ese momento, todo empezó a oscurecerse. No solo para Prim, también para la ciudadanía. Mandaba entonces el general Serrano al frente de un Gobierno provisional y, desde ahí, se fue intoxicando al personal con notas engañosas. Ha pasado casi siglo y medio desde que ocurriera el atentado y la Comisión Prim, formada por un grupo de investigadores, ha establecido que al general lo remataron tras los disparos. El minucioso estudio, realizado sobre el cadáver momificado del general con los instrumentos tecnológicos más avanzados, permite concluir que los surcos que han observado en el cuello son “compatibles con una posible estrangulación a lazo”.

Del mismo modo que los periodistas batallan con los hechos del presente para contar lo que pasa, la tarea del historiador es acercarse con el mayor rigor posible a lo que ocurrió en el pasado. Lo que confirma este hallazgo es la destreza con la que trabajan determinados políticos. Se les acusa con frecuencia de incompetentes, pero son maestros cuando se trata de ocultar evidencias. Dijeron entonces que en el lugar del atentado había Guardia Civil y policía, y no fue así. Explicaron que las heridas que le ocasionaron a Prim los disparos no fueron mortales y que falleció, tres días después, porque no se las supieron curar: también mentira.

A Prim lo estrangularon. Costó una fortuna contratar a los distintos asesinos a sueldo que lo esperaban para liquidarlo hasta por tres itinerarios distintos. Del sumario del asesinato desaparecieron miles de documentos. No hubo juicio. El siglo XIX fue tiempo de intrigas, pasteleos, conspiraciones, ocultamientos, tergiversaciones. Menos mal que nada de eso pasa ahora.

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