El paparazi chantajista se entrega a la policía lusa
Fabrizio Corona huía tras ser condenado por extorsión a famosos a los que tendía trampas
Fabrizio Corona, huido de Italia tras ser condenado por extorsión, fue arrestado entre lágrimas ayer en Lisboa. La captura se produjo después de que agentes italianos y de la Interpol dieran con su paradero tras cuatro días de fuga. Un epílogo teatral digno del paparazi más afamado y temido de Italia.
Corona no es famoso por sus retratos comprometedores, sino porque con la promesa de no difundirlos chantajeaba a ricos y famosos. Un tribunal de Milán acaba de condenarle por haber exigido 25.000 euros a David Trezeguet en 2006 por no publicar unas imágenes en las que el futbolista franco-argentino, entonces jugador del Juventus, aparecía con una mujer que no era su esposa. Las instantáneas las había tomado el propio Corona. Tras la sentencia, el fotógrafo desapareció, por lo que la policía emitió una orden de detención internacional y la condena aumentó hasta siete años.
El GPS de su todoterreno dejó un rastro que siguieron los investigadores italianos e internacionales encargados del caso. Sintiéndose acechado, llamó al portal de cotilleos www.socialchannel.it y avisó de que estaba a punto de entregarse. “Acabo de entrar en Portugal, y ahora voy a rendirme a las autoridades”, anunció. Se entregó en la estación de Queluz de Lisboa. “Me fui de Italia porque estaba inquieto por una sentencia injusta y temo por mi vida en las cárceles italianas”.
El hombre que se entregó a las autoridades lusas luce una imagen poco habitual entre los listillos que aterrorizan profesionalmente a los famosos: es guapo y luce una camisa desabrochada que muestra un pecho esculpido, depilado, tatuado y sempiternamente bronceado. No se trata de un simple emprendedor que construyó un imperio (la agencia publicitaria que lleva su nombre) de la nada y sin demasiados escrúpulos, Corona representa además todo un estilo de vida: el del estereotipo de machote italiano que parece existir solo en los chistes. Su figura divide a la opinión pública entre quienes le desprecian por su amoralidad y quienes le admiran como modelo desvergonzado de éxito. Dinero, amigos famosos, cochazos y novias perfectas adornan su biografía.
Los líos de Corona —también su popularidad— empezaron en 2007, cuando empezó a acumular denuncias por chantaje de estrellas de la televisión, políticos y deportistas. No solo fotografiaba a celebridades acompañadas de mujeres que jamás eran sus respectivas parejas, sino que presuntamente era él mismo quien contrataba a estas señoritas para que las sedujeran. A continuacón, exigía “recompensas monetarias” a sus víctimas para evitar que el comprometedor material viera la luz. Entre los afectados, Lapo Elkann, delfín de los Agnelli, hasta Barbara Berlusconi, la primera hija de Silvio Berlusconi y Veronica Lario.
A finales de 2010, Corona fue condenado por haber chantajeado, con imágenes robadas en una fiesta privada, a Adriano, entonces futbolista del Inter, y haberlo intentado también con Francesco Coco, cuando este jugaba en el Milan. En aquella ocasión espetó: “Pensaba que existía la justicia, pero no. Siento que me están tomando el pelo. Vivimos en un país de mierda. No estoy orgulloso de ser italiano”. No parece haber cambiado de idea.
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