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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El fútbol es lo primero

El problema privado de los clubes valencianos ha pasado a ser público

SOLEDAD CALÉS

Para un observador imparcial, la situación de la Comunidad Valenciana es como sigue: sus finanzas públicas presentan un déficit impagable, su sistema financiero está quebrado y servicios públicos como la sanidad o la educación están en la indigencia. Es fácil a toro pasado entender las causas de esta ruina. En la comunidad hay aeropuertos sin aviones y bibliotecas sin libros; inversiones en promociones inmobiliarias enterradas en una pesadilla de irracionalidad. Es el subproducto acabado de la incompetencia y la rapacidad de sus gestores públicos. Pues bien, esa comunidad que no paga a las farmacias y aplaza el dinero debido a las personas dependientes, tiene que hacer frente ahora a las deudas de sus clubes de fútbol. Nada menos que 118 millones de euros, créditos impagados del Valencia, el Elche y el Hércules, avalados por el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), gracias a la generosa mediación del expresidente de la Generalitat Francisco Camps.

Dicho de otro modo, este lince económico y financiero, figurín del PP descabalgado por el escándalo Gürtel, ha conseguido que los ciudadanos de Valencia tengan que pagar los créditos que en su día pidieron el Valencia a Bankia, el Hércules a la CAM y el Elche a la CAM y al Banco de Valencia. El rastro de los créditos de los tres clubes contribuye a explicar la ruina de la banca valenciana, saqueada por una alianza non sancta de políticos, directivos incompetentes (pero espléndidamente pagados) y especuladores del ladrillo. Ni compromisos de déficit, ni calificación de riesgos, ni pamplinas; el fútbol es lo primero.

Una vez más, un problema privado ha pasado a ser público. En el fútbol es muy corriente. Las autonomías, los Ayuntamientos y las diputaciones protegen a los clubes de fútbol mediante ayudas, contratos publicitarios o subvenciones bajo cuerda. La burbuja del fútbol se mantiene así, gracias a las retribuciones de la televisión y al dinero de los contribuyentes. Pero la cuestión es ¿por qué una Administración pública quebrada asume la deuda de tres clubes de fútbol? La ley debería prohibir los casos de conducta obscena de la Administración pública; este es uno de ellos.

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