La corrupción política

Hoy Convergencia, ayer Unió, antes el PP y antes aún el PSOE. Y a menudo todos a la vez. El espectáculo es deplorable: cientos de políticos imputados, algunos condenados pero rápidamente indultados; incumplimiento de todas las “buenas intenciones” prometidas durante las campañas electorales o en el inicio de las investigaciones judiciales; dependencia del mundo financiero como consecuencia de las deudas contraídas durante las costosas campañas electorales; desazón en el mundo de la justicia al ver cómo sus arduos empeños quedan anulados por el oportuno indulto; riesgo de destrucción de la democracia cuyo primer síntoma es el desencanto de la población.

Ayudaría mucho una adecuada ley de financiación de los partidos. Admitamos que la financiación actual pueda ser insuficiente, aumentando la asignación correspondiente. Pero sobre todo que los partidos asuman que tiene que reducir sus gastos para adaptarlos a sus ingresos legales, llevando una contabilidad estricta y transparente. Por último, no es imprescindible llevar a la cárcel a los políticos corruptos, pero sí obligarles a que devuelvan lo sustraído e impedirles su vuelta a la actividad política.— J. Luis Andrés. Castelldefels. Barcelona.

 “Por supuesto no pienso dimitir”. Así de rotundo se ha manifestado Duran Lleida. El mismo que prometió presentar su dimisión si se demostraba la existencia de corrupción en su partido ahora dice Diego donde dijo digo. Desde UDC alegan que el partido no tenía conocimiento de los hechos delictivos. A ver si lo entiendo: con el dinero apropiado ilegalmente se sabe que Unió pagó durante cinco años material, muebles para sus sedes y nóminas de militantes. ¿Y no sabían de dónde venía el dinero que utilizaban? ¿No conocían el origen de la financiación ilegal que tanto les beneficiaba? Yo ya no pido a algunos políticos principios, honestidad o ética. He perdido la esperanza. Me daría por satisfecho con que no nos tomen por tontos.— Juan Sánchez Manrubia. Barcelona.