Una utopía
Mucho se ha hablado en estos últimos tiempos acerca de la clase política española, acerca de sus virtudes y defectos. Pero escuchamos muy poco acerca de cómo la élite gobernante acapara diversos ámbitos, como la CNMV, el Consejo del Poder Judicial o la televisión pública. Ámbitos que por ley se suponen independientes y que estaban destinados a regular las actuaciones de los dirigentes de turno. Esta práctica habitual ha convertido España en una perfecta máquina de amiguismos de forma que los corruptos acaban convirtiendo a quienes les rodean en cómplices satisfechos o en colaboradores necesarios por acción o por omisión. La actual crisis económica es un claro ejemplo de cómo el Banco de España ha sido incapaz de desautorizar la actuación de cajas de ahorros y bancos, de cómo jueces y fiscales, puestos a dedo por el Parlamento, miran hacia otro lado mientras Europa nos recuerda que el ciudadano español está desprotegido frente a las cláusulas abusivas de la banca. La separación de poderes en España es una utopía que nadie se atreve a cuestionar y es que en este país se cumple a rajatabla eso de “no muerdas la mano que te da de comer”.— Francisco Pérez Fernández.
