El partido que detesta a la UE
El UKIP batalla por la celebración de un referéndum que arranque a Reino Unido de Europa
Roger Helmer, eurodiputado del Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP en sus siglas en inglés), lleva tres legislaturas en Bruselas, una estancia que, según él, no ha hecho más que reforzar su eurofobia. Una placa grabada con su nombre y cargo en la que aparece el león del Imperio Británico destaca en la puerta de su despacho del Parlamento europeo. El UKIP, con una oposición tan férrea como polémica, pretende la salida de Reino Unido de la Unión Europea. El primer ministro británico, David Cameron, llamó a sus miembros “chiflados”; sus colegas del Europarlamento los consideran unos “payasos”. Ahora sus críticos tienen que ceder a una evidencia: el UKIP adquiere una posición cada vez más sólida tanto en Europa como en su país que, de acuerdo con el semanario británico The Economist, “aterroriza a los diputados conservadores”. La posibilidad de que se celebre un referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE parece más fuerte que nunca, hasta el punto de que el Gobierno de EE UU ha advertido de que, si abandona la Unión, habrá un cambio en la "relación especial" que ambos países mantienen.
La última encuesta de la empresa de sondeos YouGov sobre la respuesta de los británicos al posible referéndum revela que el 51% votaría por salir de la UE, mientras que el 28% estaría a favor de quedarse. El 65% de los ciudadanos es pesimista ante el futuro de la UE. Damian Chalmers, profesor de Derecho Público Europeo en la London School of Economics, considera que la duda no es la celebración del referéndum en 2015 o 2016, sino la pregunta que se hará a los ciudadanos.
Creado en 1993 en respuesta al Tratado de Maastricht, el UKIP dio un salto importante en las europeas de 2004, cuando consiguió el 10% de los votos y 12 escaños. En 2009, los resultados mejoraron (16,5% y 13 asientos en Bruselas). El UKIP fue la segunda fuerza más votada, por delante de los laboristas y por detrás de los conservadores. Aún no tienen representación en la Cámara de los Comunes. Sin embargo, el partido quedó segundo —tras los laboristas— en unos comicios parciales celebrados el 29 de noviembre en los que se disputaba la sustitución de tres escaños en Westminster.
Críticos con las regulaciones de Bruselas
El UKIP se sitúa más a la derecha que los conservadores. Es de tendencia populista, ultranacionalista y un acérrimo crítico de la burocracia de la Unión Europea, a la que califica sin empacho de “Unión Soviética”. No escatima en campañas y apariciones en los medios para “denunciar” y “educar” sobre la UE. El eurodiputado Derek Clark rechaza “las 300 regulaciones anuales” para Reino Unido que su país no puede revocar y sobre las que, dice, sabría legislar mejor. El UKIP excusa a la Unión por facilitar el libre comercio, pero no les compensa la cantidad que Reino Unido paga como contrapartida: más de 11.000 millones de euros anuales, de los que les fueron devueltos casi 3.600 en virtud del conocido como cheque británico. Están convencidos de que otro tipo de acuerdo sería más conveniente. “La UE está demasiado comprometida con políticas sociales que no se puede permitir”, sostiene Helmer, exejecutivo en varias multinacionales, que rechaza frontalmente la lucha contra el cambio climático y la directiva de la UE que limita a 48 las horas de trabajo semanales.
La UE está demasiado comprometida con políticas sociales que no se puede permitir Roger Helmer (UKIP)
Otro de sus representantes es la hispano-argentina Marta Andreasen, despedida de su puesto como contable jefe en la Comisión Europea en 2002 tras reclamar un sistema riguroso de control de los pagos, que censura la política de consenso que se da entre los grandes grupos de la Eurocámara.
Giles Merritt, secretario general del think tank proeuropeo Friends of Europe, cree que en Reino Unido los medios de mayor difusión —The Sun y The Daily Mail— han aumentado la hostilidad hacia la UE. Merritt, sin embargo, está de acuerdo en que el consenso “demasiado cortés” entre los partidos mayoritarios de la Eurocámara socava la democracia. Nigel Farage, líder del UKIP, ha llegado a comparar a los miembros de la Comisión con una “manada de hienas” y a Herman van Rompuy, presidente del Consejo, lo llamó “asesino ruidoso de la soberanía de los Estados”. “Es otra diferencia cultural con Europa”, ironiza el eurodiputado Helmer. “En Reino Unido los diputados somos muy maleducados los unos con los otros”.
La inmigración de ciudadanos del Este es objeto de profundo resentimiento para el UKIP. Según el Observatorio de Inmigración de la Universidad de Oxford, menos de un tercio de los inmigrantes llegados a Reino Unido en 2011 procedían de países comunitarios. Históricamente, como apunta Stephen Tindale, miembro del think tank Centro para la Reforma de Europa (CER), con sede en Londres, los británicos se han sentido más próximos al “mundo anglosajón” que a Europa. "Los ciudadanos de la Commonwealth son nuestra gente, a la que debemos una deuda por la colonización", alega el eurodiputado John Stuart Agnew.
Los miembros del partido dan cifras y más cifras de lo que sería un Reino Unido feliz sin la UE. El mismo Cameron ha llegado a sugerir que esta es una opción "imaginable". En una entrevista realizada recientemente en el programa Today de la BBC radio 4, el primer ministro no aclaró sus planes para un referéndum. El objetivo ahora, ha insistido, es que su país recupere una serie de poderes cedidos a Bruselas.
Cómo encajaría Reino Unido en las relaciones con esa Unión una vez ya fuera es harina de otro costal. “Los ingleses no se dan cuenta de que a su león, a su pasado imperial, se le ha caído la melena”, concluye el eurodiputado socialista Alejandro Cercas.
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