Viajar en turista
Unas declaraciones del presidente del Consejo General del Poder Judicial revela el apego de algunos cargos a los signos de estatus
Al presidente del Consejo General del Poder Judicial, Gonzalo Moliner, le parece “tremendo” y “excesivo” no poder viajar en el AVE en clase preferente cuando se desplaza por razones de su cargo. Y no porque a él, personalmente, le importe viajar en turista, sino porque cree que esa no es “la mejor imagen” para el cargo que también ostenta de presidente del Tribunal Supremo. Moliner ocupa esa doble presidencia tras la dimisión de Carlos Dívar por el escándalo suscitado tras conocerse que había hecho viajes privados a Marbella con cargo al erario público, siempre alojado en hoteles de lujo y con amplio dispositivo de seguridad.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, era más que previsible que las declaraciones efectuadas por Moliner en RNE no tuvieran buena acogida. Y así ha sido. Han levantado otra tormenta que en nada contribuye “a la mejor imagen” de los organismos que representa. Tampoco Dívar consideró en un primer momento que viajar con tantos lujos a cuenta del contribuyente y hacer uso sistemático de la llamada “semana caribeña” fuera algo impropio de la dignidad de la representación que ejercía. Tras una resistencia casi numantina, Dívar acabó dimitiendo. Para restaurar su maltrecha imagen pública, el Consejo aprobó unas nuevas reglas sobre viajes que al nuevo presidente le parecen desmesuradas, pues cualquier desplazamiento debe ser autorizado por la comisión permanente y no podrá ser ni en preferente ni en business.
En un momento tan grave como el que vive España, con constantes recortes en los servicios públicos, aumento del paro y rebajas salariales generalizadas, los cargos institucionales han de acompasar sus hábitos y sus gastos a la situación que atraviesa la mayoría de los ciudadanos a cuyo servicio están. La austeridad debe alcanzar a todos, también a los altos cargos públicos. La ejemplaridad y la sensibilidad social contribuyen sin duda más a la buena imagen de la institución que la tarifa en la que viajen.
Muchos altos cargos, ya sea de organismos públicos o empresas privadas, defienden este signo de estatus social y se resisten a perderlo. Resulta, sin embargo, curioso observar que si paga la empresa viajan en preferente, pero si viajan por su cuenta, no tienen ningún problema en hacerlo en turista. Luego no debe ser una cuestión de dignidad.
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