Soy un agricultor peruano
Esta es la historia del conservacionista de cultivos andinos Julio Constantino Paco Jove, a través de sutestimonio recuperado por Alipio Canahua Murillo (Alipio.Canahua@fao.org). Penúltima entrada de nuestra saga sobre Cultivos Olvidados.
Soy, agricultor y dirigente campesino, nací el año de 1953 en la comunidad campesina de Chaupi Sahuacasi (3,870 msnm), Azángaro, Puno, Perú, soy padre de 8 hijos. Mis abuelos y mis padres fueron colonos de una de las grandes haciendas ganaderas que había antes de 1970, recuerdo que trabajaban duro en el pastoreo de ovinos, vacunos y en labores agrícolas a cambio de solo criar unas pocas ovejas, vacas, alpacas y cultivar papa y quinua en pequeños terrenos marginales que daba el patrón. Luego, con el gobierno del general Velasco Alvarado de 1970 los latifundios fueron convertidos en empresas asociativas denominadas Sociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS), mis padres decían que ya somos propietarios de las tierras, pero no había beneficios, mas se hablaba de la corrupción o mal manejo de los gerentes nombrados por el gobierno, y con el retorno del gobierno de Belaunde en 1980 la situación y la confusión para la SAIS empeoro, no había beneficios, los gerentes eran nuevos patrones, por lo que participe activamente en movimientos campesinos para recuperar las tierras para las comunidades campesinas. He sido elegido como Secretario General de la Federación Campesina de la provincia de Azángaro, y posteriormente Secretario de la Federación departamental de Campesinos de Puno.
Casi en forma paralela, una vez recuperada las tierras, los comuneros nos organizamos para hacer producir alimentos como lo hicieron nuestros antepasados los lupakas y los incas, haciendo rotar los cultivos de papa, quinua, kañihua y pastizales en sectores, a los que llamamos Laymis o aynokas como lo llaman los del idioma aymara, todos los cuales son muy importantes para la alimentación de nuestras familias y una parte sale al mercado para obtener ingresos.
Posteriormente, también vimos conveniente revalorar y recuperar los cultivos nativos y su variabilidad, como la papa, la quinua y la kañihua, a esta variabilidad los técnicos los denominan ahora, Agrobiodiversidad. Actualmente hemos recuperado y me dedico a la crianza de 110 clases de papas nativas, 140 de quinua y 45 de kañihua. Estas clases de cultivos o agrobiodiversidad son importantes porque dan mayor seguridad de cosechas que las variedades puras, se comportan mejor en variaciones climáticas como sequias y heladas, por lo tanto nuestra seguridad de alimentos está garantizada. Por otra parte, con esta mezcla de productos, nos sentimos mejor alimentados y nutridos. Las clases de papas y de quinuas tienen sabores diferentes y también las formas de consumo son diferentes. Hay papas denominadas k’enys o dulces y Rukis o amargas. Con las rukis, desde nuestros abuelos preparamos el denominado chuño o sea deshidratamos bajo la acción de heladas de invierno y abundante sol, para guardarlo para años de malas cosechas y para los meses donde no hay papa fresca.
Las comunidades campesinas de Puno, Perú, nos sentimos revalorados y reconocidos por recuperar y conservar nuestros cultivos andinos por organismos y proyectos como Sistemas Ingeniosos de Patrimonio Agrícola Mundial – SIPAM de la FAO y de algunos proyectos del gobierno peruano, consideramos que serán importantes para garantizar la seguridad alimentaria del mundo para salvar de las amenazas de hambrunas. Por lo que pedimos a las instituciones internacionales, gobiernos del mundo, líderes políticos, etc. Para destinen fondos y ayudas concretas para fortalecer la recuperación y la conservación de cultivos andinos heredados de nuestros antepasados, seguro que las futuras generaciones nos reconocerá.
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