La responsabilidad de un suicidio
Siempre he abominado de ese tipo de periodismo en el que todo vale y en que lo importante es hacer reír a la audiencia pasando por encima del respeto a los derechos y la dignidad de las personas.
La enfermera del hospital donde estaba ingresada la mujer del príncipe Guillermo de Inglaterra no era un personaje público y poco importa ahora si fue reprendida o no por sus jefes por lo ocurrido, como insinúan algunos, o si fue incluso amenazada de despido. No sabemos nada sobre esta mujer como tampoco lo sabían los graciosos periodistas cuando planearon su malhadada broma. Puede que sufriera de baja autoestima o que tuviera depresión, puede que la hubiera dejado su pareja o que tuviera problemas familiares. Puede que sufriera un ataque de ansiedad después de lo ocurrido o que se sintiera culpable. Puede que por cualquier otro motivo su puesto de trabajo ya peligrara antes de este fatídico día y se sintiera más vulnerable después de ello. ¡Da absolutamente igual! ¿Con qué derecho la obligaron a ser parte de un programa de radio sin su consentimiento? ¿Con qué derecho convierten en un momento a una ciudadana corriente, una trabajadora, en personaje mundial? ¿Con qué derecho sacan a alguien de su anonimato y hacen que su voz, la historia de su vida y hasta su rostro salgan en las radios, redes sociales y medios digitales de todo el globo para que todos se rían de ella? Y es que no todas las personas tenemos por qué ser igual de fuertes, ni todos estamos preparados para que una buena mañana, sin olerlo ni beberlo, mientras haces tu trabajo, siete mil millones de personas se rían de ti.— Víctor Ovies Arenas. Granada
Después del suicidio de la enfermera del hospital donde se encontraba ingresada Kate Middleton por una broma telefónica, han surgido muchas especulaciones. También se ha dado la máxima responsabilidad de la muerte a los periodistas autores de la broma.
Creo que es absurdo que se les culpe y se les linche por eso. Son muchos los medios de comunicación que hacen este tipo de bromas, y nadie llega a imaginarse un fatal desenlace como este. Espero que se llegue a investigar bien el caso, pero creo que nadie se suicida por eso; tiene que haber detrás un problema personal grave o una amenaza seria en su entorno.— Mònica García Hernández. Barcelona.
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