Ganar la paz
Tras el alto el fuego entre Israel y Hamás se impone reactivar el proceso con los palestinos
El alto el fuego entre Israel y Hamás sirve los propósitos de ambos. Las dos partes han ganado algo con un enfrentamiento que, sin embargo, se hubiera podido evitar. El gran perdedor ha sido la Autoridad Nacional Palestina y su presidente Mahmud Abbas, el interlocutor privilegiado, que pierde terreno incluso en su Cisjordania en favor del grupo islamista.
Israel ha ganado al dejar claro que no tolerará que desde Gaza se le bombardee con cohetes de medio alcance, muchos de los cuales ha debido destruir. También ha demostrado que su sistema de defensa contra misiles cúpula de acero funciona, aunque no al 100%, contra los cohetes de Hamás. Y con esta operación, que ha tenido que ver con las elecciones anticipadas pues favorece la posición dura del primer ministro Benjamín Netanyahu, se dificulta de alguna forma la pretensión de la Autoridad Palestina de que la Asamblea General de la ONU la reconozca la semana próxima como “Estado observador”, a lo que Israel se opone de forma tajante. Probablemente el presidente de la ANP redoblará sus esfuerzos para conseguirlo como forma de recuperar una cierta credibilidad entre los suyos.
Hamás celebra el resultado como una victoria política. Sus cohetes han llegado a los alrededores de Tel Aviv y de Jerusalén; más que un golpe militar, es un tanto propagandístico, al que se suma, pese a los muertos, el haber esquivado una operación por tierra del Ejército israelí, amenaza que sigue pendiente. Hamás tiene que demostrar ahora que controla a todos los grupos que disponen de cohetes para lanzar contra Israel desde la Franja. Los apoyos a Gaza de dirigentes de Egipto, Túnez, Catar y Turquía —todos con Gobiernos islamistas—, pueden compensar la pérdida de peso de sus valedores tradicionales, los regímenes de Irán, Siria y Hezbolá en Líbano. Y, sobre todo, Hamás ha ganado entre la población en el conjunto de una Palestina que no ha tenido su primavera.
Diplomáticamente, frente a la ausencia de Europa, la obtención del alto el fuego ha realzado el papel del nuevo Egipto presidido por el hermano musulmán Mohamed Morsi y, en su último trecho antes de dejar el Departamento de Estado, de Hillary Clinton. Sería hora que, en su segundo mandato, Barack Obama se implicara por fin en relanzar un proceso de paz abandonado durante dos años, cuya urgente necesidad, en las nuevas condiciones creadas, ha sacado esta crisis del olvido.
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