4. Una nación no se debe construir así
Autor: Chido Onumah
Reflexiones sobre Nigeria en el 52 aniversario de su Independencia.
Vean aquí la primera, segunda y tercera parte. Y aquí el original en inglés. Traducción de Virginia Solans.
(...) Como nación, tenemos ante nosotros dos posibilidades. La primera de ellas es un golpe de Estado por parte de los militares. Por mucho que lo odiemos, puede ser una gran amenaza. Pero es una opción que los nigerianos no debieran consentir a pesar de que pudiera ser factible. No cabe duda de que el pueblo de Nigeria está pasando por mucho, así que solamente la situación actual lo decidirá. Si tenemos en cuenta las advertencias de Edwin Madunagu, tendríamos que tener cuidado con el resurgimiento de un movimiento fascista (podría producirse de forma “legal” por medio del poder, por medio de unas “elecciones” o de cualquier otra forma), que en apariencia llegaría en forma de populismo radical pero cuyo objetivo sería bloquear la verdadera revolución del pueblo. Y además nos conduciría a un “deterioro de la situación económica y social, a una pobreza generalizada, divisiones sociales, inseguridad (personal y económica) y a un descontento masivo de la población”.
'The challenguer', escena cotidiana de Lagos, según la mirada del artista nigeriano Ade Adekola, cuya historia cuenta Jess Castellote en su estupendo blog sobre arte contemporáneo africano, A view from my corner.
La segunda posibilidad es que el país cayera en una anarquía y, consecuentemente, en una implosión. Ninguna de las dos opciones es válida para los intereses del conjunto de la población, cuyo esfuerzo ha servido en gran parte para sostener este país hasta el momento. Si está claro que no tenemos una nación, y que las oportunidades que nos ofrecen son muy escasas, ¿cómo podemos entonces empezar a crear una –una tierra de libertad, justicia y oportunidades- antes de que sea demasiado tarde?
No se me ocurre una forma mejor de salvar a Nigeria que no sea por medio de una Conferencia Nacional de Soberanía (SNC por sus siglas en inglés). Nuestros parlamentarios no tienen nada que temer de la palabra SOBERANÍA. Dicha conferencia respetaría su condición de parlamentarios inútiles y parásitos. Incluso les ampararía como “distinguidos y honorables diputados y senadores”. Esta conferencia sería soberana hasta el punto que sus resoluciones no serían entregadas para su aprobación ni a la Asamblea legislativa ni a la presidencia ni, en su caso, a cualquier otro organismo.
De ese modo, el pueblo nigeriano podría decidir cómo quiere ser gobernado. Y aquellos que tienen las riendas del poder y que tienen encomendada la responsabilidad de gestionar con rigor, no deben actuar de forma contraria a las expectativas de la gente. En mi opinión, este sería el primer paso para hacer realidad la creación de una Nigeria de acuerdo con el criterio de cada cual. Algunos hablan de reformas políticas y hasta de una nueva Constitución. Creo que son meros cambios cosméticos que no llegarían a solucionar nuestro verdadero problema. Tal y como ha señalado el profesor Chinweizu “muchos de los graves problemas que aquejan a Nigeria se deben a las disposiciones de nuestra Constitución así como también a la estructura que ella establece. Por lo tanto, necesitaríamos hacer una crítica constructiva y un cambio profundo de la constitución para intentar solucionar muchas de esas cuestiones”.
Esencialmente, una reforma política y una nueva Constitución surgirían después de un consenso nacional sobre la estructura del país y las relaciones de poder entre los diferentes grupos e intereses. Creo en la integridad territorial de Nigeria y pienso que sería una imprudencia intentar forzarla.
'The prayer warriors', de Ade Adekola
Pero también creo en la justicia y en la igualdad que lamentablemente hoy en Nigeria nos falta. No tenemos que ser la misma “tribu o nación” que éramos al principio, tal como algunas personas han señalado. Pero mi experiencia viviendo y viajando por toda Nigeria me ha demostrado que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. Que después de haber compartido casi cien años de historia común y sufrir una sangrienta guerra civil, podemos construir un país compartiendo oportunidades y puntos de vista. Conseguiríamos una perfecta unión si aisláramos y derrotáramos los nacionalismos exacerbados, la intolerancia religiosa y a los políticos corruptos que nos rodean. No podemos menospreciar la unidad de este país. Por eso entiendo que la Conferencia Nacional de Soberanía sigue siendo la mejor herramienta para salir de la complicada situación actual. Sin embargo, no estoy de acuerdo con aquellos que afirman que la CNS puede plantear un problema para el espacio geográfico de Nigeria. Su deseo es negociar y conseguir acuerdos con todos los que aquí habitan.
Es necesario que las cosas se hagan de ese modo para frenar el miedo, la tensión, la ira, la frustración y la violencia religiosa y política que asolan a esta tierra. La Conferencia Nacional de Soberanía debe actuar de forma diferente a cómo actuaria una conferencia sobre nacionalismos étnicos ya que, según Edwin Madunagu “Nigeria es mucho más que el conjunto de los nacionalismos étnicos”. Podemos distinguir dos grandes grupos que se oponen a la Conferencia Nacional de Soberanía: al primero pertenecen aquellos que quieren mantener nuestro status quo. Son los que proclaman el eslogan “la unidad del país no es negociable”. Para muchos de ellos, como el general Ibrahim Babangida –cuya mala gestión en el gobierno ha precipitado la crisis actual-, cualquier discusión sobre la CNS equivale a hablar de la separación de Nigeria, sin que le preocupe que el país ya esté a punto de ella.
Luego está el grupo que genuinamente parece preocupado por la situación de Nigeria y que además le inquieta algunos detalles intrascendentes del tipo “¿cómo vamos a convocar una Conferencia Nacional de Soberanía?”. Lo ideal, en una conferencia soberana del pueblo, debe ser que no haya “zonas prohibidas”. ¡No hay nada sagrado! Pero me gustaría continuar y proponer una solución de compromiso aunque sólo sea para aquellos que realmente se preocupan por Nigeria pero también les inquieta que la CNS pueda conducirnos a una separación. Antes de que la conferencia se celebre, y sin prejuicio de las resoluciones que se adopten, podemos acordar tres aspectos fundamentales: mantener la integridad territorial de Nigeria; asegurar su laicidad; y garantizar la igualdad de derechos de cada ciudadano nigeriano sin importar el lugar del país donde resida.
'The scrap man', de Ade Adekola.
Una vez aceptadas estas tres cuestiones fundamentales, deberíamos llegar a la conferencia dispuestos a negociar cualquier otro tema, incluso a debatir sobre el tan controvertido asunto de la distribución de los ingresos y la estructura política del país. Mi opinión sobre los ingresos es sencilla: los Estados tendrían que guardar el 50% de los ingresos procedentes de sus propios recursos naturales, impuestos, etcétera. Un 30% tendría que entregarse al gobierno de la nación. Y el 20% restante debería ser ingresado en un fondo especial (de forma conjunta y bajo la supervisión de todos los Estados, para situaciones de emergencia y de crisis en cualquier parte del país. En lo que respecta a la estructura política, parece que tenemos una disposición muy ordenada con la actual estructura geopolítica. Lo único que añadiría es que, con el fin de mantener el equilibrio y la igualdad, cada zona geopolítica debería tener siete Estados para un total de cuarenta y dos.
Además, tendrían que ser disueltos los 774 gobiernos locales y permitir a los Estados crear sus propios municipios de acuerdo a sus propias necesidades. Me sumo a la idea del antiguo gobernador del Estado de Lagos, Asiwaju Bola Tinubu, de disolver el Senado. La Asamblea Nacional unicameral debería estar formada por cinco representantes de cada Estado (42), con un total de 210 miembros que trabajarían a tiempo parcial. Los Estados decidirían cómo elegir a sus representantes. En lo que concierne a la composición de la Conferencia, la siguiente me parece una buena solución: dos representantes de cada nacionalismo étnico, independientemente de su tamaño y población; un representante de cada distrito senatorial; dos representantes de cada asociación reconocida: Asociación de médicos de Nigeria (NMA, por sus siglas en inglés), Asociación de la abogacía de Nigeria (NBA, por sus siglas en inglés), Congreso laboral de Nigeria (NLC, por sus siglas en inglés), Unión de periodistas de Nigeria (NUJ, por sus siglas en inglés), Asociación de sindicados (TUC, por sus siglas en inglés), Asociación de profesores nigeriana (NUT, por sus siglas en inglés), etc. Cinco representantes del Consejo nacional de jóvenes de Nigeria (NYCN); cinco representantes de la Asociación nigeriana de estudiantes (NANS); cinco representantes del Consejo nacional de asociaciones de mujeres (NCWS); cinco representantes de sociedades civiles y ONG; cinco representantes de nigerianos en el exilio, etc. Estas organizaciones decidirían cómo elegir a sus representantes.
Todo lo que por ahora necesitamos es que estas asociaciones se pongan a trabajar con eficacia para concienciar a sus miembros de la necesidad ineludible de una Conferencia Nacional de Soberanía y de los beneficios que comportaría. Una última sugerencia: en lugar de obligar a nuestros hijos a aprender idiomas que están de moda (el chino, por ejemplo), la Conferencia tendría que explorar la posibilidad de desarrollar una lengua nacional para así crear una auténtica identidad nacional. Mis sugerencias no son inviolables. Tienen el propósito de estimular un debate nacional sobre el futuro de nuestro país. Sobra decir que los que de verdad queremos salvar a Nigeria nos tenemos que poner ya a trabajar. FIN
(*) Chido Onumah is author of 'Time to Reclaim Nigeria' and coordinator of the African Centre for Media & Information Literacy. conumah@hotmail.com
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.