Violencias inadmisibles
Me he quedado helada al ver un vídeo grabado por un participante de la manifestación de la huelga en Tarragona y no he tardado ni un segundo en empezar a escribir esta carta. Se ve claramente cómo un menor (13 años) acompañaba a su familia para defender sus derechos y es reducido a golpe de porra por dos Mossos d’Esquadra, hasta hacerlo caer al suelo y hacerle una herida que ha necesitado cuatro puntos en la cabeza. Pero no es lo único, la “seguridad” impidió que llegara una ambulancia, con lo que el chico tuvo que ser transportado en coche hasta un hospital. ¿Qué justificación nos podría dar la autoridad de los hechos frente a la “gran amenaza” que suponía ese niño? ¿Dónde quedan los derechos? ¡Qué vergüenza!— Anna de Mas. Barcelona.
Este verano fuimos al rastro y mi hija se compró una mochila con un dibujo de Quino, en que se ve a Mafalda señalando la porra de un policía y diciendo “¿Ven? Este es el palito de abollar ideologías”. Le dije a mi hija que en esta España de ahora eso no tenia sentido, ya había pasado ese tiempo. Qué ingenuidad la mía después de ver las imágenes de la policía el 25-S y el vídeo de ayer de cómo pegaban a un chico de 13 años, a otro que ya huía, a una chica que les reprochaba su aptitud y a cualquiera que estuviera por los alrededores. Qué vigencia tiene todavía la viñeta de Quino.— Joaquín Vicente Mateos. Madrid.
No toleramos los vídeos en los que se humillan a adolescentes —práctica conocida como bullying— y lo condenamos y criticamos con toda la razón. Pero ¿qué pasa cuando eso ocurre con adultos? Nada. Desde ayer, día de la huelga, veo cómo en las redes sociales circulan varios vídeos de aficionados donde aparecen trabajadores que son humillados públicamente con una violencia mayor de la que he visto jamás en un instituto. Insultos gratuitos, recriminaciones, deseos de desgracia y otras lindezas han tenido que soportar algunos obreros que decidieron no hacer huelga. Cabe recordar que la huelga es un derecho, pero no una obligación. En uno de estos vídeos, una mujer aguanta estoicamente el odio de los piquetes y otros manifestantes que pasan por allí durante casi siete minutos ininterrumpidamente sin mayor apoyo que el de la policía vigilando que esas palabras de odio no llevaran a las manos. ¿Protesta, manifestación y huelga? Sí, a favor. Pero nunca bajo el precio de las humillaciones, el maltrato y la violencia verbal.— Álvaro Jiménez Camarena. Barcelona.
El día después de la huelga, el 15-N, cuando salí a la calle parecía que había pasado un tornado. Basureros tirados e incluso quemados, folletos y papeles de todo tipo por todas partes e incluso cristales de pequeños negocios rotos. En ese momento pensé ¡qué salvajada! Y, seguidamente, se me ocurrió, ¿pero quién paga todos estos desperfectos?
No hace falta estirar mucho del hilo para llegar a la conclusión que todos esos desperfectos los pagamos entre todos y no solo los desperfectos, sino también las horas extra de los policías que había por todas partes o las de los operarios que se encargan de ponerlo todo en orden de nuevo. Entonces ¿Cómo puede la gente llegar a romper cosas que sabe que le van a costar mucho dinero de su bolsillo? ¿No se pueden hacer manifestaciones pacíficas, sin tantos desperfectos?— Izaskun Fernández García. Barcelona.
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