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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más contra Asad

Es crucial que el nuevo frente opositor sirio consiga credibilidad interna e internacional

Uno de los talones de Aquiles de la revuelta popular siria, a casi veinte meses de su comienzo, es una fragmentaria y enfrentada oposición, más atenta a su protagonismo y a querellas internas que a hacer frente común contra Bachar el Asad. Esta falta de credibilidad del llamado Consejo Nacional Sirio (CNS), muchos de cuyos miembros llevan décadas fuera del país árabe, unida a la plétora de inconexas milicias armadas que combaten al régimen, es uno de los argumentos esgrimidos por los remisos poderes occidentales, con Washington a la cabeza, para no implicarse a fondo en la ayuda a los sublevados contra la tiranía.

De ahí la importancia de la reciente formación en Catar de un nuevo y más numeroso órgano opositor con vocación de pilotar la transición y convertirse en embrión de gobierno a la caída del déspota. La naciente fuerza política, que Francia ya ha reconocido como única representante del pueblo sirio, incluye a dirigentes jóvenes sobre el terreno, reemplaza al CNS —que se diluye en ella— y es básicamente fruto de la presión diplomática de EE UU y los aliados europeos. Su presidente es un clérigo moderado, y su cerebro el exparlamentario Riad Seif, encarcelado durante años por Asad y respetado dentro y fuera de Siria.

En el actual trágico escenario, los retos para la nueva coalición opositora son formidables, comenzando por el de su propia supervivencia y el de lograr una representatividad del mosaico social y confesional sirio que le permita convertirse en único interlocutor político y financiero, pero también militar. Este último aspecto resulta crucial, no solo porque la ayuda que ahora llega a los diferentes grupos armados procede de sus respectivos patrocinadores del mundo árabe, con intereses básicamente sectarios, sino también porque uno de argumentos de las potencias democráticas para no suministrar armas a los rebeldes sirios es el temor a que caigan en manos equivocadas, en una guerra crecientemente infiltrada por el yihadismo.

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