Un esfuerzo para vivir mejor
Este edificio, cerca de Salou, en la costa catalana del sur de Tarragona, plantea preguntas en sus espacios intermedios: en los umbrales, en su organización versátil. “Quiere actuar como puente para establecer continuidades y romper estancamientos”, explica Toni Gironés, su autor. A él le gustaría que estas viviendas de protección oficial se explicasen desde sus preguntas, desde sus zonas de comunicación interna y vecinal. Como una calle, el edificio –seleccionado en la VIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo- es también una llave, un intento de perforar los límites entre diferentes formas de habitar.
Las 80 viviendas, todas del mismo tamaño para optimizar el coste con un único tipo de piso, están organizadas en dos edificios de cuatro plantas (planta baja más tres). Así, cada planta es idéntica. Acoge 10 viviendas prácticamente iguales que solo distinguen las vistas. Por eso, son los habitantes los que deciden cómo es su casa. También deciden hasta qué punto volcarán su vida a la calle o al patio al que dan las terrazas privadas. Los pisos ocupan un espacio intermedio entre la zona comunitaria -que es la galería de acceso- y las terrazas privadas -que amplían la superficie de los apartamentos. Todos tienen una cocina-comedor-salón a un lado de la planta rectangular y dos dormitorios con un baño en medio, al otro lado. Ese baño intermedio comparte pared con la cocina, para concentrar la zona húmeda de la casa y ahorrar en la construcción. Pero además, ese baño con dos puertas permite que el arquitecto no haya necesitado pasillo (y haya ganado esos metros), permite a los usuarios sentir el privilegio de tener cuarto de aseo en el dormitorio y obliga, además, a una convivencia respetuosa. El baño, sin acceso desde un pasillo y con dos puertas de acceso, resume el trabajo de Gironés, dispuesto a forzar la arquitectura no para obtener una forma inolvidable sino para conseguir una convivencia más cómoda. Este arquitecto amplía las posibilidades de una vivienda económica, pero exige organización a sus ocupantes.
Algo parecido sucede con todo el proyecto. Las terrazas están arropadas con lamas de madera que pueden producir sombra, servir de apoyo para plantas trepadoras o servir de almacén del que colgar la bicicleta.
Una malla de acero corrugada va dibujando las barandillas, las celosías o los balcones de los edificios. Un talud deja que la luz natural llegue hasta el aparcamiento. Ese mismo talud forma el sustrato para que unos chopos crezcan y, en verano, protejan al edificio del sol de poniente.
Precio por metro cuadrado, según el arquitecto, construcción: 615€, urbanización: 100 €.
Comentarios
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.