Niño... ¡Eso sí se dice, eso sí se hace, eso sí se toca!
Carmen Gutiérrez(*) profesora de Educación Infantil del Colegio Público 'La Marquesa', de Jerez de la Frontera, relata el comienzo del curso pasado.
Nuestra ciudad se encontraba inmersa en los preparativos de la fiesta de la Vendimia. Dirigimos una pregunta a nuestros pequeños: ¿Qué sabemos sobre 'la vendimia'? En ese instante, acertó a 'pasar un ángel' y nos invadió el silencio, como pocas veces sucede en nuestras aulas. Volvimos a lanzar la pregunta y alguien levantó la mano, algo inseguro, y nos contestó: 'la vendimia es la uva'.
A partir de este momento descubrieron que todas las respuestas eran aceptadas y, que ellos 'sabían' cosas sobre la 'lección' que se estaba tratando en clase: la vendimia. La situación continuó, o mejor dicho cambió... la clase estaba enfrascada en una verdadera lluvia de ideas. Unos y otros, se agolpaban, diciendo...
- Cuando las uvas se caen es que están podridas... - Otras se ponen viejas y dulces. - Los hombres cortan las uvas con las tijeras del campo. - La uva la dejan en una cesta para la uva... - Después pisan la uva para hacer zumo. - Y... hay un vino que se llama fino. - La veleta de Tío Pepe es de vino... No es un cubo es un barril. - La venencia sirve para coger el vino del cubo y echarlo en la copa...
Seño y, ¿Cómo se hace el zumo y... el vino? Y ¿Cómo se recoge la uva? ¿Cómo se pisa la uva? ¿Cómo crece?...
El debate ocupó pasillos, entradas y salidas, recreos y, sobre todo, las reuniones semanales del profesorado, donde se entrelazaban las ideas que iban surgiendo con la normativa vigente y con la voz de los niños, parte esencial de esta historia.
Iniciamos el camino a partir de lo que el alumnado sentía, le emocionaba y le era familiar. La energía necesaria, la motivación para aprender, el esfuerzo y el interés surgieron de lo que observaban diariamente en su familia, en sus vecinos... Esta visión del aprendizaje nos llevó, necesariamente, a solicitar la ayuda de todos y, de una manera especial, de las familias. Un día, en clase, entre todos, decidimos escribirles una carta.
Con la información que trajeron de casa, la consulta de libros, y los datos buscados en Internet, pudieron progresar en las respuestas y en nuevos interrogantes. El profesorado, decidió asumir el 'rol' ―a veces nada fácil― de promotor, alentándoles a hacerse más y más preguntas, formulando pequeñas y grandes tareas, ajustadas a distintos ritmos y habilidades. Pretendíamos que cada uno pudiera ir construyendo un contenido, un estilo y un propósito, merecedor de ser aprendido.
De esta manera llegamos al momento más deseado por todos: vivir, experimentar... la elaboración del vino. No estábamos solos, contábamos con la ayuda de las familias y de otros docentes del centro que colaboraron facilitando utensilios, comprando uva, pisándola y ayudando a la elaboración del mosto.
- Seño ¿Qué vamos a hacer con la uva que no hemos pisado? Pregunta una niña.
- Nos la comemos. Le responde un compañero.
Este diálogo nos permitió confeccionar una sencilla receta: "Brochetas de uva y queso", que convertimos en tarea curricular, trabajando la inteligencia lingüística y la lógica-matemática.
El profesorado era muy consciente de que esta situación de aprendizaje, búsqueda, selección, organización, comunicación y representación de la información, permitía acercar al aula el conocimiento y la interacción con el entorno social y cultural.
A estas alturas, ya estábamos en plenas fiestas de la vendimia, por lo que se disponía de información privilegiada acerca de la cultura de la ciudad. Tuvimos la oportunidad de escuchar distintas historias sobre la elaboración del vino, algunas, incluso, procedentes de la mitología griega. Fue una auténtica oportunidad para relacionar la historia con las emociones despertadas por la belleza del arte, la proporción y el color. Buscamos y encontramos manifestaciones de esta labor ancestral en nuestras calles. La prensa escrita nos proporcionó noticias de nuestra fiesta y 'disfrutamos' de lo bonito que era el cartel del año.
Y como no queremos que se nos olvide nada, todo lo que íbamos descubriendo lo registrábamos en nuestro libro de la vendimia que forma parte de nuestra biblioteca de aula. Para cerrar el proyecto, visitamos una viña escuela y las monitoras se quedan 'boquiabiertas' cuando contestamos a sus preguntas antes de pasar por los talleres.
Gracias a esta experiencia pudimos 'sentir' y constatar la actividad intelectual, emocional, motriz y relacional desplegada por nuestros alumnos. Las familias contagiadas del entusiasmo, se implicaron en una estrecha colaboración con el colegio. El equipo directivo pudo descubrir el acierto de su labor de apoyo pedagógico por contribuir a la mejora de nuestra competencia profesional, y nosotros, como docentes, nos hemos sentido recompensados en cada sonrisa, en cada cara de sorpresa y entusiasmo de nuestros alumnos, en la confianza con la que las familias dejan cada mañana a sus hijos en el centro, en la complicidad que surge entre nosotros como profesionales percibiendo que 'hablamos el mismo lenguaje pedagógico'.
(*) Esta experiencia ha sido desarrollada y relatada por: Verónica González de los Santos (Tutora Infantil 3 años), Olga Rodríguez López (Tutora Infantil 3 años), Francisco Javier Torres Martínez (Tutor Infantil 3 años), Gemma Cardenete Ropero (Tutora Infantil 4 años), Carmen Eulalia Gutiérrez García (Tutora Infantil 4 años, Blog), María Valle Porras Martín (Tutora Infantil 4 años), María Luisa Rincón Piulestán (Jefa de estudios y maestra de apoyo a Infantil) y Polonia Vázquez Florido (Maestra de apoyo Infantil).
Agradecimiento a la labor de difusión realizada por Clave XXI
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