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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Arquitectura por contagio

Anatxu Zabalbeascoa

FOTO: Pedro Pegenaute

La atención al lugar genera buena vecindad y tranquilidad. Ese clima apacible arraiga a los edificios tanto como a las personas y genera en los inmuebles una paulatina metamorfosis que se podría calificar de arquitectura por contagio. No hay retroceso en dejarse permear por lo que llegó antes, hay madurez. En lugar de agotarse en tratar de sofisticar baldíamente las formas, cada vez son más los proyectistas que, partiendo de lo más elemental, encuentran maneras sutiles, flecos, para mejorarlo.

A sus 35 años, el oscense Sixto Marín ha ampliado su visión arquitectónica más allá de los propios edificios trabajando con paisajistas como Batlle y Roig y urbanistas como Estanislau Roca. Pero además, ha acumulado experiencia, colaborando, durante una década, en el estudio de Rafael Moneo. Con él realizó el edificio de la Fundación Beulas, en Huesca, que ahora mismo amplía Marín en solitario. No lejos de allí, en Nueno, dieciséis kilómetros al norte de Huesca, la sierra de Guara marca un desnivel de más de mil metros entre los diversos barrios del pueblo. El paisaje es rocoso y singular. Por eso el ayuntamiento quiso levantar un edificio capaz de acoger a los visitantes junto al espectacular paisaje del embalse del Salto del Roldan, en Santa María de Belsué. Las vistas quitan el aliento, pero, rocoso y agreste, el Centro de Interpretación de Marín lo devuelve.

El edificio es un inmueble solitario en plena sierra, junto a la ermita de la Virgen del Patrocinio y a los pies del Salto del Roldan, y funciona más como laboratorio que como museo porque trata de explicar, desde su presencia seca y respetuosa, que el paisaje, además de contemplación, necesita y merece esfuerzo y estudio.

Al idear el inmueble que acaba de ganar el vigesimoséptimo Premio García Mercadal, Marín tuvo en mente los consejos de Moneo para afrontar, y asumir, la soledad de los edificios y recurrió a suavizar ese aislamiento con alusiones geográficas. Por eso, aun siendo de carácter introvertido, como la ermita vecina, el centro es también abstracto como una roca gastada del paisaje. Es el tono ocre del hormigón tintado el que le confiere ese carácter matérico. Y serán la lluvia, el viento y el paso de los años lo que termine por definir el edificio, alterándolo y confiriéndole matices. Como por contagio, el contexto también sufrirá esas alteraciones.

Marín deja claro que el diálogo puede establecerse con múltiples lenguajes. Así, su conversación es volumétrica con la ermita y matérica con el territorio, pero humana en el interior. Agujereado por cuatro aperturas, que como cuatro cajas rompen el hormigón para recortar balcones o lucernarios, el centro tiene paredes blancas que permiten exponer hasta una altura de 2,40 metros. La cubierta es un lucernario que aumenta la capacidad expositiva de la sala y que también enriquece la experiencia espacial de quienes visitan el centro.  

Comentarios

Esta pequeña construcción da casi para un poema. Escribir sobre arquitectura es pura literatura
...¿Sabes cuáles son los alimentos que NO DEBES COMER si estás a DIETA??? http://su.pr/1xuU15
podría ser perfectamente un edificio de Herzog & de Meuron
tambien podria ser ( por fuera) la paridera de mi Tio Anastasio. Por dentro no digo nada. Esta en perfecta simbiosis con la arquitectura de tanatorio de H&dM

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