Samantha Geimer: “Soy más que una víctima sexual”
La adolescente que sufrió abusos de Roman Polanski prepara un revelador libro de memorias
Durante 35 años, Samantha Geimer ha vivido atrapada en una adolescente de 13 años. La que en 1977 sufrió abusos por parte del director Roman Polanski en un jacuzzi tras consumir drogas y champán. Geimer, la mujer que hoy cuenta 47 años, no ha sido más que una sombra, una secundaria en la película de uno de los escándalos más sonados vividos en Hollywood.
Hasta hoy. Aquella niña, que vive en Hawai junto a su marido y sus hijos, prepara sus memorias, tituladas The girl: emerging from the shadow of Roman Polanski, donde ofrece su visión de la historia y, de acuerdo con su abogado, Lawrence Silver, “muchos aspectos fascinantes e incluso impactantes del proceso jurídico contados en primera persona, muchos nunca revelados”.
A través de un comunicado difundido por su editorial, Atria Books, la interesada ha expresado su voluntad de recuperar esa personalidad de la que todos, la prensa, las instancias judiciales e incluso el propio protagonista de la historia, parecen haberle despojado. “Soy más que una ‘víctima sexual’, la etiqueta que me pusieron los medios. “Mis amigos del instituto, espoleados por sus padres, también me estigmatizaron. Ofrezco mi historia hoy sin rabia, pero con un propósito: compartir un relato cuya finalidad es reclamar mi propia identidad. Esa pereza mental y etiquetas facilonas me han perseguido toda mi vida. Pero yo no me he quedado estancada en eso. Sé lo que significa ser una mujer y una víctima del modo más crudo posible”.
Recordemos: Samantha Geimer fue convocada por el director de La semilla del diablo a una sesión de fotos para Vogue en casa de Jack Nicholson y Anjelica Huston, en Los Ángeles. La cita derivó en una invitación a tomar un baño en el jacuzzi aderezado con diferentes sustancias y posteriores relaciones sexuales. Polanski fue procesado por seis cargos, incluido violación de una menor. Hay profusa literatura al respecto. Antes de la sentencia final, tomó un avión a Francia, donde ha vivido un forzoso exilio desde entonces. En septiembre de 2009, cuando acudía a un homenaje en el festival de cine de Zúrich, fue arrestado a petición de las autoridades estadounidenses. El Gobierno suizo se negó a deportarlo y cumplió unos meses de arresto domiciliario en su chalé de la exclusiva localidad de Gstaad.
De acuerdo con las informaciones vertidas, ya en 1993 el realizador había accedido a pagar a su víctima medio millón de dólares para zanjar el asunto, aunque nunca se confirmó públicamente si se llegó a realizar ese ingreso monetario. En el momento de su detención en Suiza, la propia Geimer reclamó que se abandonaran las acciones legales contra el director. Sus abogados enviaron una solicitud formal al Tribunal de Apelación de California para que retiraran los cargos, aludiendo que Geimer estaba sufriendo el acoso de la prensa –concretamente, dio la cifra de 500 llamadas telefónicas- para conseguir una declaración suya.
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