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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Elecciones críticas

Los ciudadanos van a juzgar el soberanismo, los recortes de Rajoy y la alternativa socialista

Después de tantas décadas de asesinatos, secuestros y extorsiones, los ciudadanos de Euskadi viven su segunda campaña electoral sin la amenaza de las armas de ETA. Y aunque el grupo terrorista no se haya disuelto, la normalización de la libertad constituye una conquista democrática de primer orden. También es la base sobre la que van a celebrarse las elecciones autonómicas del 21 de octubre, críticas para el País Vasco porque todo indica que alumbrarán un Parlamento más nacionalista y radical que nunca, con el PNV como el partido con mayores posibilidades de ganar las elecciones y Bildu encaramada a la posición de segunda fuerza, según el sondeo del CIS difundido ayer.

El programa nacionalista habla del “reconocimiento político y jurídico de la nación vasca”, por medio de un “acuerdo nacional” en la Cámara autónoma, que debería ser sometido a refrendo popular. A diferencia del intento anterior de Juan José Ibarretxe por un nuevo Estatuto de autonomía, el PNV se muestra parco en detalles sobre los contenidos de la reforma pensada por los actuales dirigentes y los apoyos con los que pretenden contar. El candidato nacionalista a lehendakari, Iñigo Urkullu, está obligado a precisar sus planes durante la campaña. Las formas del PNV son menos agresivas que las exhibidas en Cataluña por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, pero apuntan en la misma dirección soberanista que este último, y que, a su vez, pasará por las urnas dentro de pocas semanas. El contexto de profunda crisis económica en que vivimos acentúa los riesgos de los procesos electorales en marcha, pero también constituye una oportunidad para que los ciudadanos de varias comunidades expresen las primeras respuestas a los interrogantes planteados.

De confirmarse las tendencias apuntadas por el sondeo de referencia, las fuerzas de ámbito estatal podrían pagar un precio elevado por su colaboración de los tres últimos años en Euskadi. El Gobierno socialista de Patxi López, apoyado por el PP, habría sido un mero paréntesis frente al poder natural de los nacionalistas. Y el Partido Popular de Euskadi no obtendría frutos del pacto, ni tampoco de la decisión de romperlo en la primavera pasada.

Se comprende así el interés de Mariano Rajoy por hacer coincidir las elecciones gallegas con las vascas, y su implicación personal en la campaña. De la mano de Alberto Núñez Feijóo puede llegar la reválida de la mayoría absoluta de los populares en el Parlamento gallego, que sería interpretada como un espaldarazo a la política de austeridad ejecutada por Rajoy desde el Gobierno central. A su vez, los socialistas se la juegan: a punto de perder la presidencia del Ejecutivo vasco, quedarse fuera del poder en Galicia remacharía otro clavo en la cruz soportada por la principal fuerza de oposición en el conjunto de España.

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